Kabul / Oviedo

Una plaga de origen desconocido -tal vez se trate de un hongo- ha destruido casi la mitad de la cosecha de amapola opiácea en Afganistán, país que produce el 90% del opio del mundo, según informaron ayer fuentes de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen. La plaga afecta sobre todo a las provincias de Helmand y Kandahar, bastiones de los talibanes afganos.

Según las fuentes de la ONU, la población de las zonas afectadas acusa a las tropas de EE UU y Reino Unido de haber introducido la plaga para diezmar los ingresos de los talibanes, que tienen en el tráfico de opio su principal fuente de financiación.

Como consecuencia, Naciones Unidas ha constatado que se está produciendo una mayor aproximación de los agricultores, con sus recursos mermados, a los grupos rebeldes. Este nuevo problema constituye una dificultad añadida para el éxito de la estrategia occidental en Afganistán, después de que la ofensiva militar en Helmand, centrada en la localidad de Marjah y sus alrededores, se haya saldado con menos éxito del esperado. Grupos de operaciones especiales llevan semanas actuando en Kandahar para eliminar a líderes y cabecillas de los grupos rebeldes. La OTAN ha descartado, por el momento, que en Kandahar vaya a lanzarse una ofensiva militar clásica.

Mientras, el departamento de Defensa de EE UU (Pentágono) informó ayer de que el número de civiles muertos a consecuencia de ataques del Ejército estadounidense y de fuerzas de la OTAN en Afganistán ha crecido en el primer cuatrimestre de 2010 un 76 por ciento respecto al mismo periodo de 2009.

Citando estadísticas de la OTAN, el Pentágono afirmó que entre enero y abril de este año un total de 90 civiles murieron por ataques estadounidenses y aliados, una cifra que contrasta con las 51 víctimas mortales registradas por esa causa en el mismo periodo de 2009.

El Ejército de EE UU se ha propuesto como uno de sus objetivos prioritarios reducir las bajas civiles en sus ataques a los talibanes afganos, ya que lograr el apoyo de la población es crucial para aislar a los insurgentes y ganar la guerra en el país centroasiático.

El presidente de EE UU, Barack Obama, se reafirmó en este compromiso el miércoles, al afirmar que los militares están haciendo todo lo posible, incluso con riesgo de su seguridad, para evitar que se produzcan bajas «entre personas que no están en el campo de batalla».

Por otra parte, según datos de la ONU, las tropas afganas y extranjeras mataron en 2009 a un 25 por ciento menos de civiles que en 2008, mientras que el número de insurgentes muertos se incrementó en un 40 por ciento.

Unos 30 insurgentes, entre ellos tres comandantes, murieron ayer de madrugada en un bombardeo de las tropas estadounidenses en la provincia norteña de Kunduz, según informó el gobernador provincial, Mohammad Omar.