Oviedo, E. F. / Agencias

El Ejército tailandés tomó ayer bajo su control Bangkok para cortar de raíz la situación de caos en la que han sumido los rebeldes «camisas rojas» la capital tras ser desalojados a primera hora del día por los militares de su bastión en el centro comercial de la ciudad. Los duros enfrentamientos, que tuvieron eco en otras provincias del país, se saldaron con no menos de 13 muertos, entre ellos un reportero italiano, y 60 heridos.

El desalojo de los rebeldes -decidido por el Gobierno tras seis días de choques con los «camisas rojas» que se cobraron la vida de 37 personas- se consumó sin gran dificultad. Los militares superaron sin esfuerzo las débiles barricadas dispuestas por unos opositores que llevaban casi dos meses en pie de guerra y han arruinado la temporada turística. Los insurrectos reclamaban elecciones anticipadas y el regreso de su líder, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, exiliado en lugar desconocido, acusado de corrupción.

Una vez arrinconados los cabecillas de la revuelta y las 3.000 personas que aún les secundaban en el área bajo su control, los líderes no tardaron en rendirse y pedir a sus seguidores que dejaran la zona. Después, fueron detenidos. Ahí empezaron los episodios de violencia y saqueo que tiñeron de sangre la jornada y movieron al Ejecutivo del primer ministro Abhisit Vejjajivaa a decretar el toque de queda en Bangkok, una ciudad de 12 millones de habitantes con un extensión equivalente al 15% de Asturias, y 23 provincias tailandesas.

Al menos 27 edificios fueron incendiados por los opositores en su furiosa desbandada. Entre ellos, algunos tan emblemáticos como el lujoso centro comercial Central World -el segundo en importancia del sudeste de Asia-, la Bolsa o la sede de la televisión estatal Canal 3, además de grandes almacenes del centro y de otros 14 distritos. La embajada española ha recomendado a los residentes que permanezcan en sus casas y el ministerio de Exteriores desaconseja viajar a Bangkok.