El vertido de petróleo en el golfo de México entró este sábado en su día número 40, sin que se sepa aún con certeza si los esfuerzos para taponar el pozo con lodo pesado consiguen los resultados esperados.

Según John Curry, portavoz de la petrolera British Petroleum (BP), responsable del vertido, la operación continúa adelante pero no se sabrá al menos hasta el domingo si ha tenido éxito o no.

"No vamos a fijar límites de tiempo para la operación", indicó el portavoz, que precisó que los equipos continuarán los trabajos a lo largo de esta jornada y más días si lo consideran necesario.

La operación para intentar taponar el pozo mediante una inyección de materiales a presión ("top kill") comenzó el pasado miércoles, sin que hasta el momento esté claro si ha dado resultado.

Es la primera vez que se intenta una maniobra similar a una profundidad semejante, de 1.500 metros. La idea es que la mezcla de agua y lodo pesado actúe como un cemento que bloquee el flujo de petróleo.

Si esa mezcla logra contener el crudo, se inyectaría cemento para sellar definitivamente la fuga.

Las cámaras de vídeo instaladas por BP y que transmiten el escape 24 horas al día por exigencia del Gobierno no permiten apreciar con claridad si la maniobra de la petrolera ha mejorado la situación.

El director de operaciones de BP, Doug Suttles, ha declarado que "el elemento decisivo es la paciencia".

Pero la petrolera ha indicado que, si el "top kill" fracasara, ya cuenta con otro plan alternativo, que implicaría serrar la tubería dañada y hacer descender sobre los restos una cúpula de contención.

El derrame se ha convertido en el peor de la historia, una vez que los científicos han corregido sus cálculos, que inicialmente contaban que la fuga equivalía a 5.000 barriles de petróleo al día, y ahora consideran que el crudo que mana del pozo alcanza entre los 12.000 y los 19.000 barriles diarios.

La catástrofe, que comenzó tras la explosión de la plataforma petrolera "Deepwater Horizon" el 20 de abril, se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para el Gobierno estadounidense y el presidente Barack Obama, contra el que crecen las críticas acerca de la gestión del problema.

Obama visitó el viernes por segunda vez desde que comenzó el desastre la zona afectada en las costas de Luisiana y ordenó que se triplicara el personal que trabaja en las tareas de lucha contra la marea negra, hasta ahora 20.000 personas.

"El responsable en última instancia soy yo", afirmó el presidente estadounidense, que aseguró a los habitantes de la región afectada que "no están solos".

Obama también apuntó que, en caso de que BP fracase en sus intentos actuales de sellar el pozo, los científicos del Gobierno, encabezados por el secretario de Energía y Premio Nobel, Steve Chu, examinan todas las alternativas viables.

Cualquier solución a la que se llegue por el momento sería temporal. La solución definitiva no se logrará al menos en dos meses más, los necesarios para perforar un nuevo pozo que reemplace al averiado.

Mientras tanto, los expertos del Gobierno calculan que ya se han vertido en el golfo un mínimo de 68 millones de litros de petróleo.

Un informe elaborado por el BBVA Compass, una entidad financiera implantada en el sur de EEUU y filial del grupo español BBVA, calcula que el impacto económico del vertido podría ascender a 4.300 millones de dólares.

De esta cifra, un 93,6 por ciento serían pérdidas en el turismo en los estados de Florida, Alabama, Misisipi y Luisiana, indica la entidad, que advierte que el coste final dependerá de la cantidad y la permanencia del crudo en las aguas.

Según estas estimaciones, el coste superaría al del desastre del vertido de Exxon Valdez, en Alaska, en 1989, el mayor en Estados Unidos hasta ahora y que, según la agencia de calificación de deuda Moody's, tuvo un impacto económico de 2.800 millones de dólares.