Moscú / Oviedo

Más de 75.000 habitantes uzbekos de la ex república soviética de Kirguistán han huido al vecino Uzbekistán a consecuencia de los violentos disturbios étnicos y políticos registrados en el sur del país desde el pasado jueves, según anunció el Ministerio de Emergencias uzbeko, cuyo país ha abierto sus fronteras para acoger a los refugiados. «La mayoría de ellos son mujeres y ancianos. También hay personas heridas de bala», aseguró una fuente del Ministerio, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias rusa RIA Novosti.

El último balance oficial proporcionado por el Gobierno de Kirguistán, que se ha visto desbordado por la ola de violencia, eleva a 97 el número de muertos y a 1.247 el de heridos por los disturbios. «97 personas han muerto en Osh y en Jalalabad. Un total de 1.247 personas han necesitado atención médica», precisó ayer una portavoz del Ministerio de Sanidad kirguís.

Los líderes de las etnias uzbeka y kirguís acordaron en las últimas horas comenzar conversaciones de reconciliación para frenar la escalada de violencia, según anunciaron fuentes kirguises. «Las informaciones de la ciudad de Osh indican que dirigentes informales de las etnias kirguís y uzbeka del sureste de la ciudad han acordado abrir conversaciones (...) para restablecer la paz», afirmó la fuente.

Los disturbios iniciados el jueves por la noche en la región sur del país centroasiático han tenido su epicentro en la ciudad de Osh, bastión del ex presidente Kurmanbek Bakiyev, derrocado el pasado mes de abril en una revuelta popular incitada por el actual Gobierno interino.

Además, desde la independencia de Kirguistán en 1991 se han producido disturbios étnicos entre la mayoría kirguís y las minorías tayika y uzbeka que viven en el sur del país, una zona predominantemente agrícola.

Desde Moscú se informó ayer que, tras haber desoído el sábado la petición del Gobierno provisional kirguís de enviar tropas para restablecer la calma, las autoridades rusas decidieron ayer el envío de un batallón de paracaidistas para reforzar la seguridad de las instalaciones militares rusas en el país.

El Gobierno de EE UU, por su parte, sigue de cerca los acontecimientos y ha pedido la «rápida restauración de la paz y el orden público» en Osh y en el resto de lugares del país donde se registra violencia étnica.

Sobre el terreno, el Gobierno provisional se vio ayer obligado a movilizar a ciudadanos menores de 50 años sujetos al servicio militar ante la imposibilidad de restablecer el orden por falta de efectivos. «No movilizaremos a todos, sólo a aquellos con experiencia al servicio de las fuerzas del orden, familiarizados con el uso de un arma y que gocen de autoridad», precisó el ministro de Defensa, Ismaíl Isákov.

Un primer grupo de voluntarios, compuesto por veteranos de las estructuras de seguridad del país, tiene previsto dirigirse de modo inminente al sur del país para cooperar en la estabilización de la situación, en respuesta al llamamiento hecho gubernamental. El Ejecutivo ha dado autorización a las fuerzas de seguridad para tirar a matar en las zonas en estado de emergencia.