El ambiente de relativa calma que vivía en las últimas horas la región húngara afectada por el vertido tóxico del pasado lunes se quebró ayer, tras anunciarse que la balsa de la que ya se escaparon un millón de metros cúbicos de lodos corrosivos amenaza con ceder de nuevo. En la fotografía, una vista aérea del embalse, cuya rotura ha generado la «riada roja».