Oviedo, M. J. IGLESIAS

Los cablegramas -el sistema de mensajes cifrados para guardar la confidencialidad del contenido- son en España, igual que ocurre en Estados Unidos, el medio habitual y diario de comunicación entre las embajadas y los ministerios y organismos gubernamentales.

Los diplomáticos asturianos consultados por LA NUEVA ESPAÑA explican que a ningún miembro del servicio exterior le sorprende el empleo de un sistema que es para ellos como una llamada de teléfono o un correo electrónico.

Un alto cargo de Exteriores explica que los cablegramas se utilizan porque supuestamente son el método más «impenetrable». El mecanismo empleado en España difiere del americano en el protocolo de funcionamiento. Mientras que en Estados Unidos los mensajes se intercambian directamente por ordenador entre sus destinatarios, sin pasar más filtros, en España los contenidos se discriminan en las propias embajadas y se procesan desde una central que los distribuye en los ministerios. En cada uno de ellos se extrae una copia para una persona o grupo. La selección se realiza en función de la temática, la relevancia de la comunicación y si tiene o no la clasificación de secreta.

En teoría, el sistema español podría llegar a ser más «vulnerable» a ataques telemáticos que el estadounidense, porque la información atraviesa más cauces, según señala el embajador en Noruega e Islandia, Santiago Salas Collantes.

Miguel Fuertes, embajador de España en Grecia, estima que, a partir del escándalo de Wikileaks, el flujo de informaciones de carácter reservado se resentirá y la gente actuará con «más cuidado». Los diplomáticos señalan que la base de su trabajo es la «lealtad». «Pensar que alguien rompa esa cadena no entra en nuestras coordenadas, aunque en España también se han dado casos», indica Yago Pico de Coaña, embajador en Austria. Uno de los más sonados fue la revelación de un informe «muy secreto» del Gobierno de Aznar que contenía la solicitud de Estados Unidos para hacer escala en España con vuelos de prisioneros hacia Guantánamo. Los representantes de España en el exterior están de acuerdo en que un alto porcentaje de las informaciones que se cruzan no tiene interés real para el público.