Tokio / Oviedo,

Agencias / L. Á. V.

La amenaza nuclear en Japón parece estar a punto de desbordarse tras una nueva explosión en la central nuclear de Fukushima, esta vez por acumulación de hidrógeno en el reactor número 3 de la instalación, que causó once heridos, siete de los cuales son trabajadores de la planta y los otros cuatro, soldados. El miedo a una fuga radiactiva ha movido al Gobierno japonés a solicitar formalmente ayuda a los expertos de Estados Unidos para enfriar los reactores nucleares averiados por el terremoto. No obstante, las autoridades negaron que vaya a producirse un nuevo desastre como el de la central rusa de Chernobil.

La desgracia se ceba en un país traumatizado que está sufriendo escasez alimentaria y de combustible y donde no dejan de recuperarse cadáveres en la costa nororiental, donde el viernes golpeó el tsunami que siguió al terremoto de 9 grados en la escala Richter. El último balance establece el número de muertos en casi 2.000, y los desaparecidos en 3.000, aunque se estima que los muertos pueden llegar a 10.000.

Sin embargo, con ser una prioridad la recuperación de los cadáveres y el rescate de los supervivientes -una posibilidad ésta cada vez más remota-, la gran preocupación y la amenaza que están llevando a los japoneses a acopiar todos los víveres es la nuclear. Los responsables del reactor 2 de la central japonesa de Fukushima intentan refrigerarlo, después de que pudiera haber sufrido ayer una fusión parcial del núcleo por sobrecalentamiento (la fusión del material radiactivo), mientras enfrían el reactor 3, donde se produjo la explosión, aunque sin fuga de radiactividad.

La Comisión Reguladora de la Energía Nuclear (NRC) estadounidense ya cuenta con dos técnicos presentes en Japón, que tienen como misión informar a la Embajada estadounidense sobre el desarrollo de los acontecimientos dentro de un equipo de la Agencia Internacional estadounidense para el Desarrollo (USAID). «Es una situación seria», declaró el presidente de la comisión, Gregory Jaczko.

Japón también ha pedido oficialmente al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) el envío de un equipo de expertos. Si se produce una fusión del núcleo de alguno de los reactores, la reacción nuclear dejaría de estar controlada y se liberarían materiales radiactivos dentro de la primera barrera de contención que envuelve el reactor. Si esta primera protección fallara, el escape nuclear pasaría al edificio de contención, hecho de cemento, que evitaría la salida, si continúa sellado.

El problema grave podría darse si en algún momento resultara imposible aliviar la presión que podría sufrir la estructura de contención que envuelve el reactor herméticamente. Los expertos deberán, entonces, hallar la forma de ventilar el edificio tratando de evitar fugas.

Mientras se realizan estos intentos por frenar el desastre nuclear, el responsable de la Agencia de Seguridad Atómica francesa, André-Claude Lacoste, aseguró que el accidente podría ser de nivel 5 o 6 sobre una escala de 7, es decir, por encima del nivel 4 que ha admitido Japón. Lacoste aseguró que no se puede «excluir» que se alcance el escalón máximo de catástrofe.

El experto francés aseguró que «no hay duda de que se ha producido un principio de fusión del núcleo de los reactores 1 y 3 de la central», y también del número 2, y vaticinó que «estamos al principio de una crisis que podría durar semanas». La ASN añadió en un comunicado que «globalmente los desechos radiactivos en el entorno son importantes», tras el terremoto y el posterior tsunami que ha sufrido Japón y que ha tenido «consecuencias sobre una decena de reactores nucleares».

«Dependiendo del avance de la fusión del núcleo, las emisiones radiactivas pueden volverse mucho más importantes», en función de la resistencia de la estructura de hormigón que envuelve el núcleo del reactor. Avisó además de que es necesario tomar «medidas a largo plazo» para «proteger a la población y el medio ambiente en la zona afectada». Por el momento han sido evacuadas 200.000 personas en los aledaños de la central, que se suman a los 400.000 desplazados por el terremoto y el tsunami.

Por otro lado, un total de 160 personas han sido aisladas al verse afectadas por la radiación. Han sido separadas de sus familias, mientras son tratadas. Se está distribuyendo yodo entre los residentes cercanos a la planta de Fukushima para combatir la radiación. Además, el Pentágono ha ordenado el alejamiento de la Séptima Flota de Japón, después de que 17 soldados se hayan visto expuestos a bajos niveles de radiación. Los soldados están, no obstante, bien de salud.

Mientras las autoridades se afanan por controlar el riesgo nuclear, crece el número de víctimas mortales en la peor tragedia en Japón desde la II Guerra Mundial. Según el último recuento, al menos 1.897 personas murieron y 3.002 están desaparecidas debido al seísmo. Y ayer se conocía una nueva ciudad mártir de este gran desastre, aparte de la de Minamisanriku, en Miyagi. En la prefectura de Iwate no se sabe nada de los 10.000 habitantes de Otsuchi.