Oviedo / Londres, E. FUENTES / Agencias

Armar a los rebeldes libios y buscarle a Gadafi un exilio a la medida fueron las dos ideas que planearon ayer con fuerza sobre la conferencia multinacional que reunió en Londres a los ministros de Exteriores de la coalición que ataca Libia, junto con delegados de otros países -varios de ellos, árabes- y representantes de organizaciones supranacionales, con la ONU a la cabeza.

Ninguna de las dos ideas fue puesta claramente sobre la mesa, pero las dos fueron evocadas una y otra vez en las ruedas de prensa que siguieron al cónclave en el que la coalición ha querido mostrar su unidad y determinación en el apoyo a los rebeldes libios, a la vez que diseñaba las grandes líneas de la transición política que debería seguir a la caída del dictador.

La secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, defendió en su comparecencia ante la prensa la legalidad de una eventual decisión de armar a los rebeldes. «Nuestra interpretación es que la resolución 1.973 enmendó o anuló la prohibición absoluta de armar a cualquier persona en Libia, de modo que podría haber una transferencia legal de armas si un país decidiera hacerlo», dijo.

El primer ministro británico, David Cameron, que abrió la conferencia con un discurso, explicó, igualmente, a la prensa que, a su entender, la resolución faculta a la comunidad internacional para armar a los insurrectos. Una y otro precisaron, sin embargo, que el asunto no fue abordado en la reunión.

Más de cuarenta delegaciones asistieron a la cita londinense, entre ellas las de la OTAN, la Unión Africana, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y siete países árabes: Marruecos, Túnez, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Líbano y Jordania. La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, representó a España.

Fue Jiménez precisamente una de las dignatarias que, en su correspondiente conferencia de prensa, más énfasis pusieron en la otra cuestión candente: el exilio de Gadafi como solución a la crisis. Según su opinión, se trata de «facilitar las cosas» para que el coronel abandone Libia. Esta salida del país, precisó, no es incompatible con que el Tribunal Penal Internacional (TPI), en cumplimiento del mandato hecho por la ONU, presente en el futuro una acusación contra él por crímenes contra la Humanidad.

De hecho, Italia ofreció ayer mismo su mediación para gestionar el exilio, aunque tampoco llevó la cuestión a la mesa de la conferencia. El destino de Gadafi debería ser, según considera Roma, uno de los 22 países africanos que no se han adherido al TPI.

Por lo demás, la conferencia fue un catálogo de firmes intenciones de unidad y perseverancia contra Gadafi, así como de diseños de futuro para una Libia democrática. El momento de gloria fue para los rebeldes del Consejo Nacional de la Transición (CNT), a través de un comunicado leído en la sesión. Sus representantes fueron recibidos, además, por el ministro de Exteriores británico, William Hague, y desplegaron una intensa actividad diplomática. EE UU y Francia nombraron ayer, coincidiendo con la conferencia, emisarios que se encargarán de las relaciones con los rebeldes.

El Consejo, dos tercios de cuyos miembros han sido altos cargos con Gadafi, está compuesto por 33 personas que representan a las principales ciudades libias, incluidas las que siguen en manos gubernamentales. El CNT se dijo dispuesto a recibir ayuda militar exterior. «Hasta ahora no nos han ofrecido nada», precisó Mahmoud Shammam, su jefe de relaciones con la prensa, quien explicó que «los combatientes de la revolución están consiguiendo muchas armas que deja la gente de Gadafi cuando es derrotada».

El CNT presentó un documento titulado «Una visión para una Libia democrática», en el que explicó sus planes políticos inmediatos: establecer un Gobierno de transición hasta la proclamación de una nueva Constitución que permita celebrar elecciones libres. «No vamos a colgar a la gente en las calles; instauraremos la paz y el orden», dijo Shammam, quien prometía así que no habrá venganza tras el fin de los combates.

Sin embargo, ayer fue también el día en el que se confirmó una sospecha. La OTAN admitió que sus análisis de Inteligencia de las fuerzas rebeldes han detectado indicios de la presencia de Al Qaeda y el grupo chií libanés Hezbolá en sus filas. La Alianza comunicó que está «examinando muy estrechamente el contenido, composición, personalidades y líderes de las fuerzas de oposición» libias, aunque matizó que, al margen de las infiltraciones, parecen «hombres y mujeres responsables». En palabras de Hillary Clinton: «Todavía nos estamos conociendo».