Londres, J. MORA

El Gobierno del primer ministro británico, David Cameron, defendió ayer su histórico rechazo a un tratado intergubernamental para aumentar la disciplina presupuestaria en la zona euro. En plena conmoción nacional por lo ocurrido el viernes en Bruselas, el ministro británico de Economía, George Osborne, insistió en que Cameron hizo lo correcto.

«Si hubiéramos firmado, habríamos sentido toda la fuerza de esos tratados europeos, es decir, del Tribunal Europeo, la Comisión Europea y el resto de esas instituciones aplicando los tratados y usándolos para socavar los intereses británicos y del mercado único», declaró.

Osborne dijo que Cameron impidió que la integración fiscal que se pide a la zona euro «afecte de rebote» a los sectores de la economía británica que comercian con Europa, aunque negó que esa decisión vaya a disminuir la influencia del país.

El viceprimer ministro y líder liberal demócrata, Nick Clegg, intentó respaldar a Cameron, pero, ante el aluvión de críticas de miembros de su partido -el más europeísta del país-, cambió de tono para advertir del peligro de que el Reino Unido quede marginado en una Europa de dos velocidades. El líder laborista, Ed Miliband, vaticinó que la maniobra de Cameron tendrá efectos «catastróficos» para el país y el «Financial Times», periódico de referencia de la City, concluyó que el resultado para Londres es una pérdida de influencia.