Damasco / Moscú, Agencias

Mientras el régimen sirio de Bachar al Assad se va quedando cada vez más solo en la escena internacional, Rusia, el último aliado de peso que le queda a Damasco, trató ayer de lanzarle un salvavidas que evite la caída imparable en una espiral de plena guerra civil.

El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, se entrevistó en Damasco con Assad, a quien hizo una seria llamada de atención para que abra un diálogo real con la oposición en lugar de masacrarla en las calles. La visita de Lavrov estaba prevista antes de la masacre del pasado fin de semana en Homs y del veto ruso y chino a una resolución condenatoria de la ONU.

De hecho, Rusia había convenido con Occidente que la resolución no se sometiera a votación hasta que Lavrov hiciera este último intento de mediación. Sin embargo, la masacre empujó a EE UU y sus aliados europeos a adelantarla, pese a las advertencias en sentido contrario de Moscú y Pekín.

Según declaró el propio Lavrov a la prensa rusa, Al Assad le aseguró que está dispuesto a dialogar con todas las fuerzas políticas. «Está totalmente comprometido con el cese de la violencia, independientemente de donde provenga», subrayó, al tiempo que alertó de que Rusia no tolerará una intervención extranjera para solucionar la crisis.

Al Assad hizo coincidir la visita de Lavrov -quien fue recibido en las calles por miles de personas orquestadas por el régimen- con el anuncio de que la comisión constitucional ya ha finalizado sus trabajos, por lo que el borrador de Carta Magna será sometido en la primera semana de marzo a referéndum.

La visita del canciller ruso se produjo en un escenario marcado por la retirada de los embajadores de los principales países de la Unión Europea -incluida España- y del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que se sumó ayer a las anunciadas el lunes por Washington y Londres.

Fuentes diplomáticas occidentales confirmaron a «Efe» que la decisión de llamar a consultas a los embajadores fue tomada en bloque por los mayores países de la UE, pero que la actividad en las legaciones continuará por ahora con normalidad. El embajador de España, Julio Albi, tenía previsto abandonar anoche mismo Damasco, según anunció la agencia «Efe».

Sin embargo, mientras en la capital se ofrecía la zanahoria, el régimen se guardaba de nuevo el palo para la castigada ciudad de Homs. El Ministerio del Interior no dejó lugar a dudas sobre sus intenciones al anunciar que «continuará la persecución de los grupos terroristas armados que operan en Homs».

Las autoridades sirias acusaron en un comunicado a los citados «grupos terroristas» de la escalada de la violencia en las últimas semanas, e insistieron en que continuarán su ofensiva «hasta recuperar la seguridad y la estabilidad en la ciudad».

Homs volvió a ser un día más el escenario de los peores bombardeos del régimen, en una estrategia de hostigamiento que comenzó el pasado viernes con disparos de morteros y obuses desde los carros de combate.

Según los opositores Comités de Coordinación Local, al menos 25 personas murieron ayer por la represión, catorce de ellas en Homs y otras siete en Madaya, una localidad de la periferia damascena que, según sus habitantes, también está siendo objeto de asedio militar.