Cerca de 47 millones de iraníes están llamados a votar este viernes en las elecciones parlamentarias en Irán que son vistas como una batalla potencialmente decisiva en la lucha entre los radicales políticos y religiosos pero que no se espera que provoquen un cambio en la tensión que mantiene el país con Occidente por su programa nuclear.

Estas serán las primeras elecciones desde las controvertidas presidenciales de 2009, que llevaron a ocho meses de sangrientas protestas por parte de los iraníes que reclaman reformas y que rechazaban la victoria del presidente, Mahmud Ahmadineyad.

Los principales reformistas no participarán en las elecciones y el resultado es poco probable que fuerce un cambio en la política nuclear del país, por lo que el principal significado de los comicios es la pugna entre las dos facciones radicales rivales, los fieles al líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, y los partidarios del presidente Ahmadineyad.

"Ambas partes tienen los dedos en el gatillo y están preparadas para disparar. Dejarán las armas en el suelo si llegan a un compromiso", subraya el analista político Hamid Farahvashian.

El resultado demostrará cuál de los dos bandos es más fuerte y tendrá un impacto en las elecciones presidenciales previstas para el próximo año.

El clero necesita una alta participación para demostrar su legitimidad y popularidad, que quedó seriamente dañada tras las elecciones de 2009 y las consiguientes protestas antigubernamentales.

"Sin dejar nada al azar, los partidarios de Jamenei necesitan una mayoría en el Parlamento para obstruir las probables opciones de los aliados de Ahmadineyad de ganar las elecciones de 2013", explica Farahvashian.

Según esta analista, un Majlis (Parlamento) crítico debilitaría a Ahmadineyad y sus partidarios para el resto de su mandato.

"Bofetada" a occidente

Quizá por ello Jamenei hizo un llamamiento este miércoles a la población a participar en las elecciones para dar "una bofetada en la cara" a las potencias occidentales y combatir su "arrogancia".

"Con la gracia de Dios, la nación iraní dará a la arrogancia global una bofetada en la cara en las elecciones del viernes", afirmó en un discurso en Teherán ante miles de personas.

El líder supremo del país advirtió de que esta "bofetada" puede ser mayor incluso que la de la Revolución Islámica de 1979 y subrayó que "en todos los países, una alta participación demuestra la vigilancia del pueblo y su apoyo al sistema".

Así, Jamenei llamó a los iraníes a no hacer caso de la "propaganda masiva" que aboga por que los ciudadanos no participen y les instó a tomar partido en los comicios para hacer fuerte al régimen de los ayatolás.

Probable victoria del bando pro Jamenei

Según los analistas, el bando pro Jamenei está convencido de que conseguirá la mayoría en el Majlis, ya que el líder supremo cuenta con alrededor de 20 millones de partidarios en todo el país.

"Mi predicción es que tendremos una Asamblea dominada por leales a Jamenei y una minoría compuesta por partidarios de Ahmadineyad", vaticina el analista político Babak Sadeghi.

Los partidarios de ambos líderes les presentan como el mejor capacitado para defender el legado del líder de la Revolución Islámica de 1979, el ayatolá Ruholá Jomeini.

La disputa entre ambos bandos comenzó cuando Ahmadineyad intentó suplantar a Jamenei en la compleja jerarquía política del país en la que el líder supremo tiene total autoridad desde la Revolución.

Desde su reelección en 2009, que Jamenei inicialmente respaldó, la creciente influencia del círculo cercano a Ahmadineyad ha alarmado al líder supremo y a sus partidarios.

Los leales a Jamenei acusan a Ahmadineyad de intentar minar su posición implicándose él mismo en asuntos religiosos, tradicionalmente coto privado del líder supremo.

Por ello, una alianza integrada por los Guardianes de la Revolución, poderosos clérigos, influyentes comerciantes y políticos radicales ha aunado sus fuerzas para impedir que los aliados de Ahmadineyad ganen los comicios de mañana.

En este sentido, decenas de aliados de Ahmadineyad han sido detenidos o destituidos de sus puestos por estar vinculados a una "corriente desviada" que sus rivales denuncian que busca debilitar el papel del clero en el país.

Por otra parte, el volumen de las amenazas verbales contra Ahmadineyad también ha aumentado y Jamenei ha llegado a amenazar con eliminar el cargo de presidente.

Sin embargo, Ahmadineyad tiene algunos medios para contraatacar. El Ministerio del Interior, encargado de celebrar las elecciones, puede declarar como nulos los resultados, según los analistas.

Aunque algunos argumentan que la supervivencia del régimen depende en último término de Ahmadineyad, en un momento en que Irán es objeto de creciente presión y sanciones por su programa nuclear, lo cierto es que muchos iraníes dudan en votar a sus partidarios.

Sus detractores argumentan que el presidente ha dejado el país aislado internacionalmente y creen que una victoria de su bando haría aumentar la presión sobre la economía del país, que ya está sufriendo los efectos de las sanciones. No obstante, el mandatario sigue gozando de un apoyo considerable en las zonas rurales y las pequeñas localidades.

Reformistas

En cuanto a los partidos a favor de las reformas en Irán, estos han sido prohibidos desde las presidenciales de 2009, que la oposición denunció que estuvieron amañadas para garantizar la reelección de Ahmadineyad.

Además, los líderes opositores Mirhossein Musavi y Mehdi Karoubi, ambos candidatos a la presidencia en 2009, han permanecido bajo arresto domiciliario desde febrero de 2011 y muchos reformistas han sido encarcelados o se les ha prohibido participar en actividades políticas.

Las autoridades iraníes, aunque en público han elogiado las revueltas de la 'primavera árabe', temen estas puedan llegar a Irán y han advertido en contra de una repetición de los disturbios de 2009.