Kabul, Agencias

Un soldado norteamericano perpetró ayer una matanza de civiles en un poblado próximo a una base militar de Kandahar, en el sur de Afganistán, y mató al menos a 17 residentes, entre ellos tres mujeres y nueve niños.

La masacre, que según testigos citados por «Reuters» fue cometida no por uno, sino por varios militares estadounidenses «borrachos», abre una nueva crisis diplomática entre Washington y Kabul, cuando aún colea la desatada por la quema de ejemplares del Corán.

Una treintena de personas murió en la represión de las protestas que siguieron a la profanación, entre ellas dos oficiales norteamericanos que murieron tiroteados dentro del Ministerio del Interior afgano.

La misión de la OTAN en Afganistán (ISAF), difundió a primera hora de la mañana un comunicado en el que lamentaba «un incidente que ha desembocado en víctimas afganas», y expresaba sus condolencia a las familias.

El comunicado informaba de que el soldado implicado en el «incidente» había sido arrestado, pero no precisaba el número de víctimas. En el texto tampoco se indicaba el motivo que habría inducido al soldado, destacado en la base de Panjwai, a cometer la matanza. Fuentes militares añadieron posteriormente que el soldado había sido presa de una crisis nerviosa.

El portavoz de la ISAF en Kabul, Justin Brockoff, confirmó a «Efe» la detención del militar, y, en declaraciones realizadas al mediodía, anotaba que, según sus «informes preliminares, no se han producido muertos, solo heridos».

Sin embargo, en manifestaciones a la agencia local «AIP», un portavoz talibán, Qari Muhammad Yousaf Ahmadi, afirmó que 45 civiles habían muerto en la masacre, y que no se había tratado de una acción individual. «No fue obra de un solo soldado, sino de varios que entraron en las casas para matar a gente», dijo el portavoz talibán.

En línea con estas declaraciones -Kandahar es la cuna del movimiento talibán-, residentes en el poblado donde se perpetró la masacre, y que dijeron a «Reuters» haber sido testigos de ella, aseguraron que los soldados llegaron al pueblo con claros síntomas de embriaguez, irrumpieron en el interior de tres viviendas y abrieron fuego contra sus ocupantes.

«Estaban todos borrachos y estaban disparando a todas partes», declaró la vecina Agha Lala, que visitó una de las viviendas donde los soldados abrieron fuego. Los cuerpos de los ocupantes estaban «acribillados a balazos», describió. Otro residente, Haji Samad, declaró que once de sus familiares, entre ellos sus hijos y sus nietos, habían fallecido en el incidente.

Panjwai se encuentra a 35 kilómetros al oeste de la capital de la provincia, también llamada Kandahar, y se considera un foco de actividad insurgente.

Posteriormente, el Ministerio afgano de Defensa rebajó a 15 el número de víctimas mortales y cifró en 9 el de heridos por «fuerzas de la coalición», en referencia a la misión de la OTAN en el país.