Kabul / Berlín, Agencias

Los talibanes prometieron ayer «vengar» la masacre de civiles perpetrada por un soldado de EE UU en la provincia afgana de Kandahar (Sur), en un incidente aún no esclarecido, ya que testigos de la matanza afirman que sus autores fueron «varios» soldados norteamericanos que estaban «borrachos».

«Apoyamos a las víctimas de esta acción salvaje, y garantizamos a sus herederos que nos vengaremos de estos invasores y asesinos y castigaremos sus acciones bárbaras», afirmaron los talibanes en un comunicado difundido en su página web.

Los hechos ocurrieron el domingo en el distrito de Panjwai, donde el militar, según fuentes oficiales, salió de su base de madrugada, llegó a un poblado cercano y entró en al menos tres viviendas, abriendo fuego contra sus moradores, entre ellos mujeres y niños.

De acuerdo con fuentes oficiales citadas por medios estadounidenses, el presunto autor de los hechos -ya detenido- es un sargento de 38 años que había llegado a Afganistán por primera vez el pasado mes de diciembre, aunque contaba con experiencia previa en Irak. El soldado, dijeron fuentes militares en Afganistán, podría haber actuado bajo los efectos de una crisis nerviosa.

Según la CNN, el autor de la masacre pertenece a la Base Conjunta Lewis-McChord, de donde también procedían cuatro soldados condenados por asesinar a otros afganos. La base, situada a las afueras de Seattle, está considerada por medios especializados en Defensa como la «más problemática del servicio militar» del país.

El año pasado, además, el destacamento sufrió el mayor índice de suicidios de su historia.

El presidente de EE UU, Barack Obama, ya pidió perdón el domingo a su homólogo afgano, Hamid Karzai, pero la matanza ha concitado también reacciones de la clase política afgana y un renovado recelo contra las tropas internacionales. «Ha sido un asesinato deliberado y un crimen imperdonable», afirmó anteanoche el propio Karzai en una nota de prensa.

También la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se declaró ayer «conmocionada y entristecida» por la «espantosa e inexplicable» acción de un soldado de su país.

A las condolencias se sumó también la canciller alemana, Angela Merkel, que visitó por sorpresa los cuarteles que alojan a las tropas de su país en Mazar-i-Sharif (Norte). Pero, para acabar de complicar las cosas, la canciller germana expresó ciertas dudas sobre la fecha de retirada de las tropas internacionales, prevista en principio para 2014.

Merkel instó al Gobierno afgano a promover el proceso de reconciliación con los insurgentes, subrayando que, aunque ha habido progresos, todavía queda mucho por hacer. «No ha llegado el día en que podamos decir podemos retirarnos hoy mismo», reconoció.

«Por ese motivo, no puedo decir que lo conseguiremos para 2013-2014», aseguró. «La voluntad está ahí, queremos conseguirlo y trabajaremos en ello», agregó. Posteriormente, la Cancillería informó desde Berlín de que Merkel no puso en duda la fecha de la retirada, sino que se refería a los problemas que aún quedan por resolver.