Corea del Sur se prepara para acoger desde este domingo a los líderes que participarán el lunes y el martes en la II Cumbre de Seguridad Nuclear de Seúl, con un operativo de seguridad sin precedentes que movilizará a 40.000 agentes en todo el país.

El amarillo fluorescente de los chalecos que distinguen a los policías desplegados para la ocasión es un paisajes habitual estos días en las estaciones de metro y las grandes avenidas de la capital surcoreana, y omnipresente en torno a la sede de la reunión, que acogerá a líderes de 57 países y organizaciones internacionales.

El Centro de Convenciones COEX, integrado en un monumental complejo comercial y de ocio en el selecto distrito de Gangnam, al sureste de la capital, acogerá dentro de dos días el mayor evento diplomático internacional jamás celebrado en Corea del Sur.

En el perímetro delineado por las autoridades en torno al COEX se prohíbe el acceso a personal no autorizado para evitar actos terroristas o manifestaciones, declaradas ilegales en las cercanías de la sede.

Tres alambradas de seguridad custodiadas por cientos de agentes serán los filtros de entrada, mientras que barreras en las calzadas desalentarán a posibles activistas antinucleares a los que el Gobierno surcoreano, volcado en presentar una imagen impoluta del país, considera "personas non gratas".

"Siento un gran peso sobre mis hombros al prepararme para un importante evento que enfoca la atención del mundo sobre Corea", declaraba a la prensa uno de los policías que estos días peinan hasta el último rincón de Gangnam en busca de cualquier atisbo de inseguridad.

El agente, que aseguró estar orgulloso de su cometido a pesar de dormir menos de cuatro horas diarias, complementa sus labores en la comisaría del distrito con las de la oficina provisional que el comité organizador estableció en la zona a principios de mes, y que opera más de 200 cámaras de vigilancia.

Helicópteros, francotiradores y rifles de largo alcance

El Ejército de Corea del Sur aporta helicópteros de vigilancia y francotiradores que, apostados en las alturas, no despegarán el ojo de los objetivos de sus rifles de largo alcance, preparados para señalar posibles amenazas terroristas.

Fuera del perímetro, un barco de patrulla con vigilancia submarina velará por la seguridad a lo largo del río Han, que divide Seúl en dos, y misiles tierra-aire en puntos estratégicos de la capital tendrán como objetivo prevenir un ataque similar al del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

Los 40.000 efectivos desplegados en todo el país cuadruplican a las aproximadamente 10.000 personas que se congregarán en la Cumbre de Seguridad Nuclear, incluidos los funcionarios que acompañan a las autoridades políticas y trabajadores de los medios de comunicación.

En el aeropuerto internacional de Incheon, donde llegarán mañana la mayoría de las altas personalidades internacionales, la seguridad se ha elevado al máximo y los agentes cotejan datos de los pasajeros con los perfiles de 4.000 sospechosos de terrorismo aportados por agencias de inteligencia de todo el mundo.

El blindaje de Corea del Sur tiene en cuenta la potencial amenaza de algún tipo de provocación militar por parte de Corea del Norte, que la pasada semana anunció que cualquier alusión a su programa nuclear en la Cumbre será considerada "una declaración de guerra".

Antes, Pyongyang había anunciado sus planes de lanzar en abril un satélite de observación, algo que EEUU, Corea del Sur y Japón consideran una prueba encubierta de un misil balístico.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, uno de los primeros en llegar hoy a Seúl, coincidió con el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, en que el lanzamiento del Norte sería una "grave provocación".

La II Cumbre de Seguridad Nuclear congregará a los jefes de Estado y de Gobierno, representantes y líderes de 57 países y organizaciones internacionales, entre ellos los presidentes de EEUU y China, Barack Obama y Hu Jintao.

El jefe del gobierno de España, Mariano Rajoy, y el presidente de Chile, Sebastián Piñera, también participarán en el evento, que toma el testigo de Washington 2010 con el objetivo de garantizar la seguridad nuclear en el mundo ante amenazas como los ataques terroristas o los desastres naturales.