París / Oviedo,

Agencias / L. M. S.

El socialista François Hollande se impuso ayer por escaso margen en la primera vuelta de las presidenciales francesas al actual inquilino del Elíseo, el conservador Nicolas Sarkozy, que se enfrenta ahora a la más que difícil tarea de remontar en la segunda y definitiva ronda del próximo 6 de mayo. La participación rozó el 81%, casi cuatro puntos inferior a la de hace cinco años, cuando alcanzó el 83,77%.

Las encuestas a pie de urna situaban a Hollande con un porcentaje entre el 28,4 y el 29,3% de los sufragios, seguido de Sarkozy, que habría recibido entre el 25,5% y el 27% de las papeletas. Sin embargo, al cierre de esta edición, y con el 79% de los votos escrutados, el socialista aventajaba a Sarkozy en poco más de un punto: el 28,10 por ciento, frente al 26,98% del actual mandatario.

Con todo y con eso, cinco años después de su llegada a la Jefatura del Estado, Sarkozy se ha convertido en el único presidente que pierde el primer asalto de unas presidenciales durante la V República y encara el reto del «más difícil todavía».

Un reto que afronta desde una perspectiva bien distinta François Hollande, que al poco de conocerse su victoria se presentaba públicamente como «el candidato de los que quieren pasar página» y el artífice de «la unión por el cambio».

También dijo que sabe que el resto de la UE le observa y que se esperan de él decisiones para «reorientar a Europa sobre el camino del crecimiento y del empleo».

Sarkozy, por su parte, dijo comprender «los temores» de sus compatriotas y les pidió apoyo para la segunda vuelta. «Conozco los deberes», agregó el presidente, quien mencionó entre esos «temores» que citó el «respeto de nuestras fronteras», el «control de la inmigración» y la preservación del «modo de vida» de los franceses, que dijo que se ha convertido en la «cuestión central» de esta elección.

Más allá de la pugna Hollande-Sarkozy, la gran triunfadora de la noche fue la candidata del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, que logró un 19,2% de los votos, superando el mejor resultado obtenido por su padre, Jean-Marie, el 16,7% en 2002.

Le Pen se mostró exultante y dijo que la batalla por Francia «no ha hecho más que empezar», aunque no precisó cuándo enviará una consigna a sus votantes sobre si deben o no apoyar al actual presidente en la segunda ronda.

El vigor demostrado en las urnas por el FN daría la razón a quienes consideraron que la aproximación de Sarkozy al campo de la ultraderecha xenófoba no le proporcionaría réditos suficientes.

Los apoyos «sociológicos» que los institutos demoscópicos atribuyen en segunda vuelta a Hollande se agregan a la aproximación de los sondeos de los últimos días, que pronosticaron la mínima ventaja de la primera vuelta del mismo modo que prevén una distancia más amplia en la segunda y decisiva.

La segunda vuelta se presenta a priori más fácil para el aspirante socialista, toda vez que los votantes de izquierdas en Francia le darán su apoyo, en muchos casos no tanto por su poder de convicción como para ahuyentar cualquier presagio de un segundo mandato de Sarkozy.

Tanto la candidata de los ecologistas, Eva Joly, como el del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon -quien obtuvo el 10,8% de los votos- ya han hecho llamamientos al voto de la izquierda para sacar a Sarkozy del Elíseo. Mucho peor fue el resultado del centrista François Bayrou, que sacó el 9,8%.

Sarkozy retó ayer a Hollande a celebrar tres debates, pero el socialista sólo acepta disputar uno.