Kabul / Washington, Agencias

Los talibanes atacaron ayer a la delegación oficial afgana que investiga la masacre de dieciséis civiles perpetrada el domingo por un soldado de EE UU. En el ataque insurgente, que se registró en la provincia de Kandahar, murió un policía y otros dos fueron heridos, al igual que un civil.

La delegación ha sido nombrada directamente por el presidente afgano, Hamid Karzai, y en ella figuran, entre otras autoridades, dos hermanos suyos y el gobernador de la provincia de Kandahar.

En relación con la masacre, que campesinos locales achacan a una venganza, el presidente de EE UU, Barack Obama, aseguró ayer que su Gobierno la investigará «hasta las últimas consecuencias». Obama se reunió ayer con el primer ministro británico, David Cameron, para analizar el desarrollo de la guerra.

A este respecto, su portavoz, Jay Carney, sostuvo que es «falsa» la información que publicó ayer el diario «The New York Times» en la que se afirmaba que EE UU estudia acelerar la retirada de los 68.000 soldados que quedarán en Afganistán a partir de septiembre, una vez que ese mes se retiren 23.000.

Según medios estadounidenses, el autor de la matanza sería un sargento de 38 años llegado a Afganistán por primera vez en diciembre pasado, tras haber servido en Irak. Un funcionario del departamento de Defensa declaró que el sargento es un francotirador de infantería entrenado para matar a 800 metros de distancia. Durante su estancia en Irak, en 2010, el militar sufrió un accidente de automóvil que le dejó una lesión cerebral. No obstante, tras recibir tratamiento, fue autorizado a volver al servicio militar y destinado a Afganistán.

El soldado podría tener que enfrentarse a la pena de muerte si fuera condenado en Estados Unidos por el ataque, sostuvo ayer el secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta.