París / Oviedo, Agencias / E. F.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, disputada el pasado domingo, ha dejado a la ultraderechista Marine Le Pen, o mejor, a sus votantes como los principales árbitros de la segunda vuelta del próximo 6 de mayo. Tanto el socialista François Hollande, el ganador del domingo (28,63%), como el presidente saliente, Nicolas Sarkozy (27,18%), necesitan captar el mayor número posible de seguidores del Frente Nacional (FN) para alzarse con la victoria, por lo que ayer mismo comenzaron a hacerles guiños.

Consciente de su papel, Marine Le Pen, que obtuvo un inesperado 17,9 % de los votos, el mejor resultado de la historia del FN, y tiene la vista puesta en las legislativas de junio, se dedicó ayer a marcar distancias. Le Pen, cuyo entorno ha anunciado que deja libertad de voto a sus seguidores, aseguró que sus resultados de anteayer, que convierten al FN en la tercera fuerza política, tienen que ser un trampolín para entrar en un Parlamento donde el sistema mayoritario a dos vueltas ha dejado siempre infrarrepresentados a los ultraderechistas.

«Vamos a analizar cada circunscripción y a preparar las legislativas, que para nosotros es una tercera vuelta», afirmó Le Pen, que se impuso en el departamento de Gard y quedó segunda en otros quince. El domingo, por primera vez en su historia, el FN superó la barrera de los seis millones de electores.

Los diputados se eligen en Francia en dos vueltas por sufragio mayoritario en cada circunscripción, lo que hasta ahora ha privado casi siempre a los candidatos frontistas de ganar un puesto, ya que en la segunda ronda suelen ser víctimas de alianzas entre los partidos tradicionales.

Pero mucho antes de las legislativas se espera con mucha atención el discurso que Le Pen pronunciará el próximo martes, 1 de mayo, día en el que el FN celebra a su patrona, Juana de Arco. Fuentes de su entorno sugirieron ayer que no es descartable que ese día haga un llamamiento a votar en blanco.

Por su parte, tanto Hollande como Sarkozy han vuelto ya a la carretera. El todavía presidente volvió a aludir a España, al señalar: «El único jefe de Gobierno que recibió a Hollande fue José Luis Rodríguez Zapatero, que Hollande citaba como modelo. ¿Le cita aún?».

Y tras el bofetón al socio comunitario, un guiño a fondo a los ultras. Sarkozy afirmó que «los votantes del Frente Nacional deben ser respetados», ya que se han limitado a «expresar su opinión» a través de «un voto de crisis».

El candidato conservador aseguró que ha «escuchado» el «voto de sufrimiento» de los electores del FN e hizo una radical defensa de las fronteras. «Quiero plantear la cuestión de las fronteras en la globalización», pues en un mundo sin fronteras están en peligro «todos nuestros equilibrios sociales, culturales y económicos», además de «vuestra vida cotidiana», alertó.

Por su parte, Hollande se mostró confiado en repetir en la segunda vuelta su victoria del domingo y, para ello, confió en sumar el apoyo de «aquellos que no saben bien dónde están», en un llamamiento a los indecisos. Hollande afirmó que su rival «todavía cree que su quinquenio (en el poder) ha sido un éxito», pero matizó que «hay más de un 73 por ciento de los franceses que piensan lo contrario».