Las fuerzas del régimen sirio iniciaron ayer por tierra y aire la gran ofensiva militar para recuperar Alepo, mientras los rebeldes aseguran haber pasado al ataque para lograr la victoria total en lo que han bautizado como «la madre de las batallas».

Tras desplazar refuerzos militares al corazón económico de Siria, el régimen de Bachar al Asad lanzó sus fuerzas contra los barrios en manos de la insurgencia. Más de un centenar personas han muerto en los primeros combates. «Alepo es la mitad de Siria por su importancia económica, financiera y de población. Su caída implica la caída de la mitad del régimen», explicó un jefe rebelde. Las fuerzas gubernamentales bombardearon durante 14 horas con tanques y aviones, incluidos «Mig 21» de fabricación rusa, los distritos de Salahedín, Seif al Daula y Al Sukari, entre otros. En estos barrios, así como en los de Al Sahur, Hanano, Al Fardus y Al Furqan, estallaron cruentos combates ante la irrupción de los blindados.

En Salahedín los insurgentes lograron contener la primera ofensiva de los tanques y causaron numerosas bajas en las filas gubernamentales. La televisión estatal siria calificó la situación de choques aislados. La ofensiva tuvo un efecto inmediato en la población civil, que se desplazó a las zonas más seguras de la ciudad y buscó refugio en edificios públicos.

A lo largo del sábado se registró un gran desplazamiento de la población, que huye de barrios como Salahedín y Al Sukari, en manos de los rebeldes y blanco de fuertes bombardeos. Las calles de los barrios que están bajo el control miliciano están vacías. Las escuelas y mezquitas de Alepo se convirtieron así en hospitales improvisados para los heridos y en refugios para la mayoría de la población civil desplazada.

Los medios para atender a los heridos son muy deficientes debido a la escasez de medicamentos y la ausencia de facultativos de la Media Luna Roja siria, que se ha retirado de la zona. La Cruz Roja está llevando mantas, alimentos y medicinas a las familias refugiadas en escuelas y mezquitas. Rusia acusó a Occidente de dirigir la ofensiva para derribar a Al Asad, cuya renuncia considera irreal. Moscú «ni siquiera se plantea» ofrecerle asilo mientras ignora las presiones de Washington y de París.