Novelista y periodista egipcio

El novelista y periodista egipcio Ahmed Abdul Latif establece un balance muy crítico del primer mes de presidencia del islamista Mohamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes (HM), a quien acusa de no tener programa y de estar en connivencia con los yihadistas. Abdul Latif, que el pasado miércoles conversó por teléfono desde El Cairo con LA NUEVA ESPAÑA, cree que una nueva revuelta popular es inevitable.

-¿Cómo está el ambiente en El Cairo esta mañana?

-Un poco agitado por los ataques del Sinaí, saldados con 16 policías muertos. Imagino que los autores son extremistas. Es su primera respuesta a Mursi y cabe esperar más. El Ejército se ha desentendido de las fronteras y se ha centrado en un papel político muy criticable.

-¿Está muy asentado el yihadismo en Egipto?

-El número de yihadistas crece. Pero la culpa de los ataques del Sinaí es de Mursi por sacar de las prisiones a terroristas con condenas de muerte y cárcel, y por reabrir de forma desorganizada los túneles con Gaza, por los que puede pasar hasta una furgoneta grande. Egipcios y palestinos somos hermanos, pero tiene que haber fronteras seguras.

-¿Por qué esas concesiones de Mursi a los yihadistas?

-Los HM se presentaban como islamistas pacíficos, pero la verdad es que Mursi pone en la calle a terroristas y se olvida de los revolucionarios que acabaron con Mubarak. Es evidente que hay un pacto entre los HM y los yihadistas. Los HM, cómplices de los terroristas, son la cara buena de la misma moneda y les van a dejar hacer lo que quieran.

-¿Quién manda en Egipto, los militares o el presidente Mursi?

-Desde el 30 de junio tenemos un Presidente que no tiene todos los poderes, por lo que tanto él como la Junta Militar gobiernan a la vez. El Ejército no está cómodo con la victoria de los HM en las legislativas y en las presidenciales, lo que da lugar a luchas, negocios y pactos, sin que esté claro quién lleva la delantera.

-¿Cuál es su balance del primer mes de Mursi?

-Pasados 38 días, el «proyecto de renacimiento» de los HM se revela como una gran falsificación. Ni tienen programa económico ni tienen programa político para el país. Mursi va a caer, como cayó Mubarak.

-Los islamistas hablan del «renacimiento» como un partir de cero. Da un poco de miedo ¿no?

-Da mucho miedo. ¿Qué es empezar de cero en un país con una gran historia como Egipto? Eliminar todas las culturas y aplicar una legislación islámica que, en realidad, nadie sabe qué es. Los HM hablan de la religión y no la entienden. El islam predica la justicia, la dignidad y la libertad. Ellos dejan esto de lado y se dedican a hablar de otras cosas.

-El momento no es muy bueno para la libertad de la mujer.

-La situación de la mujer egipcia, que estaba mal, está peor. En los años 50 y 60 tenían más libertad. El gran retroceso llegó con la emigración a Arabia y los países del Golfo, de donde los egipcios volvieron con ideas wahabistas, extremistas, contrarias a la libertad y los derechos de la mujer. Ahora, con la llegada de los HM, no esperamos nada bueno. Ni para las mujeres, ni para los cristianos, ni para los escritores. Para los islamistas, la mujer es sólo un cuerpo que excita la sexualidad del varón y por lo tanto hay que taparla.

-La falta de programa político y económico augura problemas.

-Mubarak se encontró con la revolución del 25 de enero por el mal estado de la economía. Los egipcios sufrieron hambrunas, bajos sueldos, falta de libertades, suciedad en las calles. Pero desde la caída de Mubarak, lejos de arreglarse, los problemas han crecido mucho. Mursi no puede prometer subidas de sueldos y no ha limpiado el Gobierno de elementos del mubarakismo. Los egipcios van a hacer otra revolución por la situación política y económica.

-¿No cree entonces que los HM puedan agotar su mandato?

-Por un lado, la mayoría de los egipcios es moderada en lo religioso. Por otro, el primer mes de Mursi ha traído cortes de electricidad en las casas tres o cuatro horas al día, han estallado los ataques del Sinaí? Ni siquiera ha sido capaz de ir a los funerales por los muertos en el Sinaí.

-¿Por qué esa ausencia?

-Oficialmente, por falta de seguridad y para no monopolizar lo que quería que fuera un funeral popular. Pero es mentira. Si el funeral era seguro para Tantaui (el jefe de la Junta Militar), también lo era para él. Tenía miedo. Hace un mes, en Tahrir, se abrió la chaqueta ante la multitud y proclamó: «No tengo miedo; el pueblo me protege». Ahora sabe que le pueden insultar y atacar, como le ocurrió al primer ministro momentos antes en la mezquita donde se celebraban los rezos. Los HM ya no tienen al pueblo de su lado.

-Sin embargo, ganaron las elecciones.

-Han estado con Mubarak y luego con la revolución. Con Mubarak pasaban por luchadores que sufrían. Pero sólo son trepas que quieren llegar al poder con la mentira de la religión y con falsas promesas. Van a caer por sus mentiras infinitas, que con el tiempo se descubren. El pueblo les hará caer. Creo que el propio Mursi debe preguntarse cada mañana en su palacio si de verdad es el presidente. Pero no lo es. Es sólo un secundario al que le han dicho que es el protagonista y, como no es un artista de verdad, está superado.

-¿Quién echó a Mubarak, el pueblo o los militares?

-Es cierto que los militares no estaban cómodos con la pretensión de Mubarak de que le sucediera su hijo Gamal. Pero nunca se hubieran movido si el pueblo no lo hace. Ellos querían esperar a que Mubarak muriera y, después, si subía Gamal, dar un golpe. Sin embargo, el 25 de enero (de 2011) el pueblo hizo una revolución. Fueron millones de personas. El Ejército se dio cuenta de que no podía matarlos a todos. Entonces echó a Mubarak.

-¿Y dónde están ahora los jóvenes revolucionarios de Tahrir?

-Esperando el momento de hacer otra revolución. La revolución fue popular, no tenía líder. Era una ventaja y un problema, porque llegada la hora de gobernar no teníamos a nadie, de modo que sólo quedaron el Ejército y los HM. Los revolucionarios ahora se están organizando contra ellos. Cuando caiga Mursi subirá un partido revolucionario. Es un tránsito que no ha acabado.

-¿Cuál es la influencia de EE UU en los militares egipcios?

-Muy importante. Hacen muchos negocios juntos. También los HM tienen poderosos lazos y buenas relaciones con EE UU.

-¿Hay riesgo real de denuncia de los acuerdos de Camp David y de enfrentamiento con Israel?

-No. Los HM no se van a enfrentar de verdad a Israel. Otra cosa es que, como el islamismo está dividido y muchos grupos quieren acabar con Israel, los HM se vean obligados a tratar vergonzosamente con los israelíes. Serán, por así decir, relaciones de amistad lejana. En cambio, con EE UU tratarán mucho y bien.

-¿Sigue siendo Oriente Medio un polvorín a punto de estallar?

-Lo que está claro es que no vamos a tener otra guerra con Israel. Pero desde las revueltas Oriente Medio es aún más inseguro. Es lógico. Con Mubarak teníamos problemas, pero estaban escondidos. Ahora los problemas han salido a la superficie. En realidad nuestro gran problema son los islamistas que, como en Túnez, quieren convertirnos en un país religioso. El gran peligro es interno, es el peligro de una guerra civil. Los yihadistas están muy reforzados y, para ellos, los liberales y la izquierda son infieles a los que pueden matar con la conciencia tranquila.

-No debe de resultar muy cómodo ser intelectual en Egipto.

-No hay más que ver la comisión que elabora la Constitución. Buena parte son islamistas que quieren un país sin libertad de expresión y con una constitución religiosa con la que los escritores estamos condenados a sufrir. No te dejan escribir del Profeta o de Dios o leer la historia islámica de un modo diferente. Creo que yo tendré problemas porque, como novelista, me planteo preguntas existenciales que tratan de dar una nueva forma al mundo. Pero eso no me va a condicionar. La gran batalla de los escritores contra las mentes oscuras ha comenzado.

El novelista, periodista y traductor egipcio Ahmed Abdul Latif (1978) es licenciado en español. Como novelista ha publicado dos obras, «El fabricante de llaves», que ha obtenido el importante Premio Nacional de Novela, y la recién editada «El mundo en un tazón». La primera, gran éxito de público y crítica, ha sido calificada de revolucionaria tanto por sus ideas sobre corrupción, saber o felicidad como por su lenguaje, abierto a intertextualidades con la Biblia y el Corán. Desarrollada en dos planos, uno místico y otro profano, la obra mezcla realidad y fantasía, abriendo una vía nueva en la literatura egipcia. En cuanto a «El mundo en un tazón», profundiza en el realismo fantástico para dar cuenta de la condición de la mujer árabe. Ahmed Abdul Latif ha traducido al árabe buena parte de las novelas del Nobel José Saramago.