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Los asturianos que deciden el futuro de Escocia

Varios profesionales de la región residentes en el país de los castillos y que pueden votar en el referéndum de hoy esgrimen razones a favor y en contra de la secesión

Los asturianos que deciden el futuro de Escocia

Profesor de Conservación y Biodiversidad en la Universidad de St. Andrews, el avilesino Alfredo Fernández Ojanguren es uno de los 4,5 millones de personas que están llamadas hoy a las urnas para decidir sobre la independencia de Escocia. Lleva cuatro años en el país de los castillos, donde ya había vivido en una primera etapa entre 2003 y 2005. Aunque extranjero, su condición de residente le permite participar en un histórico referéndum que concentra la atención de medio mundo y que mantiene en vilo a los británicos. Ojanguren se reconoce "indeciso" y ayer aún no tenía claro si acudiría a votar en una consulta que considera "admirable". De 46 años de edad, este profesor destaca, antes que nada, el enorme interés y la pasión que ha despertado el proceso en la sociedad escocesa. "Ha sido impresionante ver los debates, tanto en los medios de comunicación como en la propia Universidad o, incluso, en las conversaciones de la calle y del pub", subraya el avilesino, quien también apunta que toda la campaña ha "transcurrido de manera muy civilizada, sin que la gente levantara el tono y sin demonizar las opiniones de quienes piensan diferente". La única nota discordante, apunta, la han puesto en los últimos días "los protestantes más radicales, al estilo de los unionistas de Irlanda del Norte". En todo caso, tampoco ve descartable que ese buen ambiente se vea alterado una vez que se conozca el resultado, que será apretado. "Esperemos que no pase nada, pero ahora empieza a hablarse del temor a que haya manifestaciones violentas en ciudades como Glasgow, Dundee o Edimburgo gane quien gane".

Aunque los últimos sondeos apuntaban a una victoria del "no" a la independencia escocesa, Ojanguren asegura que los partidarios de esa opción "han ido negativizando su campaña más allá de lo evidente", lo que ha conseguido que "muchos indecisos se inclinen por el 'sí' o que la gente que defiende la independencia esté más motivada". Lo que no ha escuchado este avilesino en el debate sobre un referéndum pactado con Londres y que cuenta con todos los parabienes legales son alusiones o comparaciones con el caso catalán.

La gijonesa Nieves de López, que reside en Edimburgo, donde trabaja en el departamento de contabilidad de una empresa española, sí que tiene previsto ir hoy a votar. Y, a juzgar por las opiniones que comparte con su esposo, el ingeniero avilesino Rubén Rodríguez, que no acudirá a las urnas, parece que se pronunciará a favor de que Escocia siga siendo británica . "La consulta es lógica, pues hay una gran historia detrás de este país, que tiene recursos suficientes para ser independiente; sin embargo, creemos que sería malo por el hecho de tener que empezar desde el principio, sin la libra, fuera de la UE y perdiendo mucho del volumen de negocio con Inglaterra por la creación de una frontera" afirman. Esta pareja también destaca el apasionamiento con que se ha seguido todo el proceso, así como el buen tono del debate: "La gente habla de ello en el pub, pero como si fuera un partido de fútbol, sin ningún tipo de exclusión". A la hora de aventurar un resultado, apuntan que si a juzgar por lo que se ve en la calle pudiera parecer que ganará el "sí" a la independencia, la gente que defiende "el mejor juntos" es "más silenciosa y no se da tanto a expresarse en público, por lo que creemos que, al final, ganarán". A juicio de De López y Rodríguez, la consulta escocesa no tiene nada que ver con la anunciada para Cataluña. "Los escoceses no creen que se les pueda comparar con Cataluña por historia, por recursos, por infraestructuras ni, sobre todo, porque este referéndum ha sido autorizado", aseguran.

"Esta consulta nunca debería de haberse hecho", tercia Mercedes Díaz, una asturiana que lleva doce años en Escocia y que, por correo, ya ha votado "no" a la independencia. Sostiene que los argumentos de los secesionistas son "poco estables", sobre todo desde el punto de vista económico. "No se han dado explicaciones satisfactorias sobre aspectos claves como la moneda y la integración en la OTAN, o sobre cómo van a poder validar todas las promesas hechas en cuestiones tan importantes como las pensiones o los impuestos". Además, Díaz lamenta que el clima social cada vez está "más encrespado" a causa de la consulta y apunta que, incluso, "se ha llegado al ataque físico, con lanzamiento de huevos a políticos".

Xosé Álvarez, asturiano que ahora reside en Leeds, al norte de Inglaterra, y que previamente lo hizo en Escocia, defiende la consulta y la analiza así en clave británica. "Hay preocupación. Si gana el 'sí', a los laboristas les costará más llegar al Gobierno. Si sale el no, los conservadores, los laboristas y los liberales han prometido más poderes a Escocia y eso aquí se ve como injusto", afirma.

Los pocos escoceses que residen en Asturias también están muy pendientes del referéndum. Es el caso de Lorna Kerr, profesora de inglés en Oviedo a la que la consulta la coge en su país natal, visitando a la familia. Allí, le ha llamado mucho la atención que en esta ocasión, y frente a la "apatía" de las elecciones generales, "todo el mundo tiene opinión y en una misma casa las hay distintas, como es mi caso". Esta profesora no votará hoy, pero espera que salga un no. Y advierte de que la decisión será irreversible: "Esto no se votará otra vez dentro de cuatro años".

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