La India y Sri Lanka han logrado borrar muchas de las graves heridas que dejó el tsunami en sus costas hace diez años, incluso en el continente sirvió para rescatar a las zonas afectadas de su atraso, pero los supervivientes viven aún con el miedo a otra gran ola.

"La devastación de hace una década se convirtió, por decirlo de alguna forma, en una oportunidad para desarrollar servicios como la educación y la sanidad de los que carecía la gente", aseguró a Efe el coordinador de la organización Hope Worldwide India, Samuel Thomas.

Esta organización no gubernamental acudió a la zona nada más producirse el desastre el 26 de diciembre de 2004, "porque la presencia institucional era nula y no había servicios, nadie les ayudaba", recuerda el cooperante.

Hope Worldwide construyó escuelas en las localidades de Tharangambadi y Chinnankudi, en el estado sureño de Tamil Nadu, el más golpeado por una tragedia, que sólo en India causó 10.273 muertos y 5.823 desaparecidos, según los datos oficiales.

Mucho peor le fue a Sri Lanka, donde la ola que un terremoto de 9,1 grados trajo desde la isla indonesia de Sumatra a sus costas se cebó con todo dejando una cifra aún hoy no confirmada de fallecidos pero que, según distintas fuentes, ronda los 30.000.

"Las cosas se han hecho bien y ahora todo el mundo tiene educación y sanidad, casas de cemento y no de madera, y se ha recuperado el principal medio de vida, la pesca; otra realidad muy distinta a la que nos encontramos al llegar, con cientos de cadáveres sin que nadie los recogiera", aseguró Thomas.

La recuperación de la pesca, "porque ahora todos los pescadores tienen barcos y mejores que los de antes, ha generado otros negocios paralelos e incluso se han instalado algunas fábricas, frente a la pobreza que había", indicó.

Las infraestructuras son ahora más y mejores, "empezando por las propias casas, que se reconstruyeron de una forma sencilla pero mucho más resistentes y a medio kilómetro de la costa", comenta a Efe Moncho Ferrer, de la Fundación Vicente Ferrer, una las primeras organizaciones en acudir a la costa devastada.

Una de las supervivientes, Vidya Lakshmi, que vio como la ola gigante arrasaba su localidad, Nagapattinam, en Tamil Nadu, considera que "por lo menos un 60 % de los pueblos devastados están ahora mejor, con buenas casas, educación y barcos adecuados, algo que entonces no había en estas zonas rurales".

"Incluso se ha desarrollado una industria pesquera", añade, frente a las aguas de estas playas del Índico que hace una década trajeron las destrucción.

Lakshmi se pregunta, sin embargo, si hoy están más seguros.

"Han hecho estudios para prevenir los tsunamis y los terremotos, pero no sabemos si todos esos cientos de detectores que han puesto funcionan de verdad", dijo.

El terremoto y el tsunami fueron los más fuertes en 40 años y llegaron a desplazar físicamente tanto a la India como a Sri Lanka, obligando a dibujar de nuevo los mapas tras dejar escenas dantescas no solo en aldeas pesqueras sino en grandes ciudades como la ceilandesa Colombo, que tuvo que ser evacuada.

El problema es que en las costas asiáticas del Océano Indico "solo hay un margen de 30 minutos para dar la alerta, mientras que en las africanas pueden contar con hasta siete horas mientras les llega una gran ola", explicó a Efe Srinivasa Kumar, jefe del Centro Nacional de Alerta de Tsunami, creado tras el 2004.

La ONU desarrolló tras la catástrofe un sistema de alerta que en 2004 no existía y desde 2011 se emiten boletines en coordinación con países como Indonesia y Australia.

"Nosotros damos los avisos, pero la evacuación corresponde a las autoridades locales. Ahora tenemos la información, podemos avisar, aunque siempre vamos a estar con esos 30 minutos solo de margen en nuestra línea costera para escapar", advierte Kumar.

Las condiciones de vida y los sistemas de alerta han mejorado, pero el drama sigue para muchos de los que vieron la enorme pantalla de agua que venía del mar y pudieron contarlo, como Ravi Shankar.

Este habitante del archipiélago de las Andaman y Nicobar, el territorio indio más cercano al epicentro del terremoto que precedió al tsunami, lleva una década buscando a su hija, que también salió viva del desastre pero luego desapareció de un campo de acogida.

"Ahora estamos en la costa de Tamil Nadu (sur), repartiendo cientos de carteles con su foto, aunque su rostro tiene que haber cambiado desde entonces", declaró a Efe el padre.

Shankar recorre cualquier sitio de la India en donde se entera de que alguien ha visto a una chica que pueda ser su hija.

"Desgraciadamente, no la hemos encontrado desde entonces y no sabemos dónde está, si es feliz o no, pero lo que es seguro es que vamos a seguir buscándola", afirmó el padre.