El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se confesó ayer "impactado" por el trato recibido por los refugiados que intentan entrar en Hungría desde Serbia y aseguró que "no es aceptable", en una crítica al Gobierno de Viktor Orbán, que ayer empleó gases lacrimógenos como método de contención.

"Estoy impactado por ver cómo son tratados estos refugiados e inmigrantes, no es aceptable", lamentó, en una rueda de prensa que coincide con los disturbios más violentos desde que Hungría endureció el martes los controles en la frontera con Serbia.

El máximo responsable de la ONU advirtió a los líderes europeos que, al margen de los "problemas internos" que puedan tener, deben actuar con "compasión" frente a quienes "huyen de las guerras y la persecución. "Deben ser tratados con dignidad y de acuerdo a los Derechos Humanos", reclamó.

El comisario de Interior e Inmigración de la UE, el griego Dimitris Avramopoulos, también lanzó una clara advertencia a Budapest al afirmar que el uso de la violencia para controlar las fronteras de un Estado miembro es una medida "incompatible" con los valores de la UE.

La vicepresidenta de la Eurocámara Ulrike Lunacek (Los Verdes), que moderó parte del debate de ayer en el hemiciclo de Estrasburgo, comunicó a los eurodiputados las informaciones sobre el uso de gases lacrimógenos y cañones de agua y lo condenó en nombre de la Eurocámara. "No es la forma de proteger las fronteras", avisó Lunacek.

La eurodiputada de IU Marian Albiol preguntó al PPE si piensa expulsar de su grupo al partido de Orbán por su gestión de la crisis. "De lo contrario, le estarán amparando", dijo.

De su lado, el Consejo de Europa ha convocado a Hungría para que explique en la organización regional las nuevas leyes migratorias, que penan con hasta cinco años de cárcel la entrada ilegal en el país en plena avalancha de refugiados.