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Crisis de refugiados

"El éxodo desde Siria es imparable"

Los hermanos Alaa y Amer Alsafadi, refugiados en Asturias desde hace tres años, no ven final a una guerra sangrienta "que es más económica que religiosa"

"El éxodo desde Siria es imparable"

"Vendrán millones, el éxodo desde Siria es imparable; allí es imposible vivir, se ha llegado al punto en el que la gente se arriesga a morir en el mar para tener al menos una esperanza". Así habla Alaa Alsafadi, un joven sirio que buscó refugio en nuestro país tras el estallido de la guerra. Alaa Alsafadi, que ahora tiene 24 años, llegó a Asturias junto a su madre y sus tres hermanos, el menor de 8 años. Su padre, dentista, optó por quedarse en Damasco para intentar seguir trabajando.

"Damasco era una ciudad preciosa, con una gran historia, encantadora para vivir. Ahora la vida allí es imposible, aquello se ha acabado para siempre", lamenta su hermano Amer, de 22 años . La familia, que disfrutaba de un buen nivel de vida, residía en el centro de la capital siria, que no fue muy castigada al principio de la guerra. Pero en las cercanías de su casa había un aeropuerto militar, de donde salían los misiles, sobre el que se esperaban bombardeos. "Llegó a ser una situación insoportable, todo el día temiendo un bombardeo, y decidimos que había que salir del país, aunque mi padre se quedó para seguir trabajando".

En Asturias contaban con un familiar muy arraigado, el médico Abdul Alnachawati, casado con una española y que falleció este verano. Así que se decidieron por Oviedo, donde continuaron sus estudios: Alaa se licenció en Odontología y en la actualidad cursa un máster de Ortodoncia y Amer acaba de terminar un máster de Economía en la Universidad de Oviedo.

La llegada, sin embargo, fue difícil. Vinieron con visa de turistas y como caducaba intentaron transformar su visado en un permiso de residencia para estudiantes. Les dijeron que si querían cambiar el visado tenían que salir del país, volver a Siria e iniciar allí los trámites, un auténtico imposible, ya que la Embajada española estaba cerrada. La opción era ir a la Embajada de Líbano, pero finalmente se les amplió el visado por situación de guerra, ya que no podían regresar a un país devastado, "sobre todo porque con nosotros teníamos a mi hermano, que entonces contaba 8 años".

Para Alaa y Amer, la crisis humanitaria, que ha dado un aldabonazo en las conciencias de millones de europeos y les ha hecho reflexionar sobre la situación de la población siria, no es una sorpresa, "la veíamos venir".

"Allí está todo cada vez peor. Hay electricidad, con suerte, tres o cuatro horas al día. Hay lugares donde no hay agua, donde no tienen lo básico. Mi padre resiste y sigue trabajando, aunque el dinero ya no vale nada, y la gente sólo va al dentista es casos gravísimos; si alguien tiene dinero, lo usa para intentar salir de allí o para productos básicos. Los que conservan el trabajo no saben si lo van a encontrar entero al día siguiente o si siguen teniendo casa al final del día. La economía ha colapsado. Es una situación terrible, y no le vemos final, el baño de sangre va a continuar", asegura Amer, que después de tres años en España habla ya perfectamente castellano.

Para ambos, el ISIS o Estado Islámico es una novedad tan terrible como para los ojos occidentales. "Nunca habíamos visto nada igual, en Siria antes de la guerra no había nada similar, ningún grupo religioso o terrorista así. Surgieron de pronto, de un día para otro, y además perfectamente equipados con armas, con coches todoterreno, como si fueran un Ejército invasor. Actúan, además, sobre todo en zonas donde hay petróleo. No es una guerra religiosa, no tiene nada que ver con la religión, aunque se disfrace así. Creo que es más bien una guerra económica", sostiene Alaa. "En Siria había un Gobierno bastante corrupto, y hubo manifestaciones populares para pedir cambios. La represión fue violenta y comenzó a correr la sangre. Cuando eso ocurre es difícil de parar. Todo ha desembocado en una guerra que no parece tener final, ante la indiferencia de la mayor parte de la comunidad internacional", asegura este joven médico, cuyos amigos están desperdigados por Europa. "La mayor parte ha ido hacia Alemania, donde hay más trabajo. España es un país donde la gente es muy cálida y amable. Mis amigos me cuentan que en Alemania, por ejemplo, si no sabes el idioma es muy difícil integrarte. Aquí, la gente hace de verdad esfuerzos por entenderse contigo, nosotros lo vemos con mi madre, que no habla español, pero si sale y tiene algún problema, siempre hay alguien dispuesto a ayudarla. El ambiente y la cultura de España me recuerdan a Siria", destaca Alaa. El problema, sin embargo, es la falta de trabajo. Se mantienen con los ahorros de toda una vida, ya que los hermanos aún no han conseguido empleo. "Por eso no podemos traer a mi padre, porque uno más es más gasto y no lo podemos asumir", dicen.

Ambos agradecen la oleada de solidaridad de los españoles hacia los sirios y contemplan con horror las situaciones que se están viviendo en las fronteras de Europa. "Hay que abrir las fronteras a los refugiados, pero no sin control, es algo que debe hacerse con orden, para evitar males mayores. Puede que haya personas de otras nacionalidades que compren pasaportes sirios para entrar en Europa", sostienen.

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