Seis personas han muerto y decenas han resultado heridas al producirse este miércoles 15 explosiones, al parecer provocadas, en varias localidades de la región china de Guangxi y que afectaron a al menos un edificio gubernamental, informó la agencia oficial Xinhua.

Las explosiones se produjeron sobre las 15:50 hora local (7:50 GMT) en Liucheng y otras localidades cercanas, informó el medio estatal.

Imágenes enviadas por testigos a través de la red social Weibo (equivalente chino a Twitter) muestran los estragos causados por los explosivos, que derruyeron buena parte de un edificio de cinco plantas y afectaron a la fachada de una sede del gobierno comarcal, donde muchos de los cristales de las ventanas aparecen rotos.

Las fotografías también muestran a varias personas en el suelo, siendo atendidas de urgencia, así como motocicletas y otros vehículos dañados por la explosión.

Investigaciones preliminares señalan que las deflagraciones podrían provenir de paquetes enviados por correo que contenían explosivos.

China ha sufrido durante años esporádicos ataques con explosivos contra sedes de gobiernos locales, especialmente en zonas rurales, donde muchos de los autores de estos atentados eran personas descontentas con decisiones de las autoridades, especialmente expropiaciones de tierras o demoliciones forzosas.

En septiembre de 2012, un extrabajador de la construcción chino que quedó paralítico en un accidente laboral en 1994 y llevaba años pidiendo una indemnización a las autoridades, murió tras detonar un artefacto explosivo durante una reunión con políticos locales para exponer sus quejas.

Meses después, en mayo de 2013, dos personas descontentas con un gobierno local por un asunto de compraventa de tierras causaron una explosión en un edificio municipal en la provincia suroccidental de Yunnan, lo que causó cuatro muertos y 16 heridos.

Y en julio de 2013, un hombre de 34 años que había quedado paralítico por una paliza policial hizo estallar un artefacto que sólo causó un herido (el mismo autor de la explosión) pero generó gran alarma al estallar en la Terminal 3 del Aeropuerto de Pekín, una instalación con extremas medidas de seguridad.