La canciller de Alemania, Angela Merkel, ha reiterado su oposición a la entrada de Turquía en la UE, si bien recalcó que la ayuda del Gobierno de Ankara, de cuyo territorio parte el grueso del flujo de refugiados, es fundamental para hacer frente a la crisis que vive el continente a causa de la marea de peticionarios de asilo, en su mayoría sirios.

"Siempre he estado en contra de que (Turquía) sea miembro de la UE, y el presidente Erdogan lo sabe. Sigo estándolo", dijo Merkel el miércoles durante un programa de la cadena de televisión pública ARD. Merkel ya se había pronunciado en numerosas ocasiones contra la integración de Turquía en la UE antes de llegar al poder en 2005. En su lugar, aboga por un "estatus privilegiado".

Con todo, los intentos de Turquía por entrar en la UE se han enfriado en los últimos años, debido a la pérdida de interés por parte de Ankara y a las crecientes críticas europeas a lo que se considera un creciente autoritarismo de Erdogan.

"Tenemos que hablar con Turquía sobre cómo compartir mejor esta carga", admitió, sin embargo, Merkel. "Eso significará que daremos dinero a Turquía (...) y satisfaremos algunas de sus necesidades, como suavizar las restricciones a la entrega de visados", remachó.

La líder democristiana (CDU), que recibe críticas crecientes desde sus propias filas por su política de puertas abiertas, negó que su país esté desbordado por la ola de refugiados, aunque reconoció que no puede solventar solo la crisis y necesita cooperación de la UE y de Turquía.

Ayer, el vicecanciller y ministro de economía alemán, el socialdemócrata (SPD) Sigmar Gabriel, salió en defensa de la política del Gobierno de coalición (CDU-SPD) al sostener que no hay un puente levadizo para frenar la llegada de refugiados a Alemania, y que es ingenuo cerrar las fronteras, como reclaman los socios bávaros del Gobierno (CSU) y numerosos cargos electos democristianos, entre ellos, alcaldes de ciudades muy afectadas por la llegada de más de medio millón de refugiados en lo que va de año.