La formación de Gobierno en Portugal sigue siendo una incógnita 13 días después de las elecciones, y la incertidumbre puede prolongarse porque la legislación no impone límites en los plazos.

Ayer mismo, el presidente, Aníbal Cavaco Silva, mandó un mensaje de tranquilidad al país al afirmar que mantiene todavía viva la "esperanza" de que el interés nacional prevalezca sobre los intereses partidarios en el proceso para buscar un acuerdo satisfactorio.

La opinión del presidente es fundamental, ya que la Constitución le atribuye la responsabilidad de decidir quién forma Gobierno, un poder todavía mayor en las actuales circunstancias, ya que ninguno de los candidatos consiguió la mayoría absoluta.

La falta de consenso ya ha empezado a generar dificultades al país debido a la necesidad de negociar cuanto antes los Presupuestos de 2016 y por la proximidad de los comicios presidenciales, programados para enero y que ya se han colado en la agenda política nacional.

De hecho, el Gobierno luso en funciones y la Comisión Europea mostraron esta semana sus discrepancias, ya que Portugal no presentó a Bruselas sus planes presupuestarios antes del 15 de octubre, al contrario que el resto de sus socios comunitarios.

El Ejecutivo liderado por el primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho, se justificó diciendo que no está claro quién dirigirá al país la próxima legislatura, pero Bruselas le recordó que en el pasado otros países en la misma situación sí encontraron una solución.

De momento, Portugal aguarda a que el Parlamento se constituya, lo que debe ocurrir antes de final de mes, de acuerdo con los plazos recogidos en la ley, que sí establece límites en este caso.

El resultado de las elecciones del pasado día 4 dio la victoria con casi el 39% de los votos a la coalición de centro-derecha en el poder desde 2011, frente al 32% obtenido por los socialistas.

Sin embargo, en manos de estos últimos está la llave del próximo Ejecutivo, ya que pueden elegir entre alcanzar un acuerdo tripartito con la extrema izquierda -marxistas y comunistas representan el 18% de los votos, por lo que juntos contarían con mayoría absoluta- o permitir gobernar a los conservadores.

Las negociaciones para explorar las posibilidades de un tripartito de izquierdas discurren por el momento de forma positiva, al contrario que las conversaciones entre socialistas y conservadores, actualmente suspendidas por la falta de avances. La decisión final depende del visto bueno del conservador Cavaco, al que la Constitución deja libertad para escoger dentro de la legitimidad democrática, lo que da lugar a diversas interpretaciones.

La cercanía de las elecciones presidenciales también es clave para definir las opciones del presidente, ya que si ninguna solución le satisface, podría dejar al actual Gobierno en funciones pero no podría convocar nuevos comicios hasta la llegada de un nuevo inquilino al Palacio de Belém.