Los ministros de Asuntos Exteriores de EE UU, John Kerry, y Rusia, Sergei Lavrov, se reunieron ayer en Viena, junto a sus homólogos de Arabia Saudí y Turquía, en la primera cita de este tipo desde que Rusia intervino en la guerra civil siria. El objetivo de la reunión fue estudiar vías para poner fin al conflicto y diseñar modalidades de transición política. Aunque las impresiones de las partes sobre el encuentro fueron buenas, no se lograron resolver las grandes diferencias de enfoque, a la cabeza de las cuales se encuentra el futuro del dictador sirio, Bashar al Asad, protegido de Rusia.

Kerry consideró "productivo" el encuentro tetrapartito. "Han surgido algunas ideas que no voy a compartir hoy, pero que espero puedan cambiar la dinámica", explicó a la prensa en la capital austriaca. El secretario de Estado confirmó que las partes han acordado volver a verse -tal vez incluso la próxima semana- para mantener una reunión "más amplia" y explorar un posible avance en un "proceso político" para Siria.

El ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, solicitó expresamente la inclusión de Irán y Egipto en este embrión de foro negociador, que parece llegar cuando la intervención rusa ha reforzado las posiciones de Asad, al menos frente a la llamados rebeldes moderados, que han perdido el apoyo directo de EE UU.

Lavrov negó que en la reunión se hablara sobre la posible salida del poder de Asad y resaltó que los cuatro cancilleres reafirmaron su compromiso de preservar Siria como un Estado unido y soberano.

Entre tanto, casi un centenar de palestinos fueron heridos en choques con fuerzas de seguridad israelíes, según fuentes médicas palestinas, en una jornada declarada por el grupo radical islámico Hamás "día de la ira" y en la que prosiguieron los esfuerzos diplomáticos para aplacar la violencia. El llamado Cuarteto -EE UU, Rusia, la UE y la ONU- llamó a reducir la retórica de la provocación.