Grecia vivió ayer la primera huelga general contra el Gobierno izquierdista que preside Alexis Tsipras, una protesta que ha puesto de manifiesto el gran descontento popular que se vive en el país contra unas políticas de austeridad que el líder de Syriza no ha logrado aflojar pese a las grandes esperanzas que suscitó su primer triunfo en las urnas el pasado enero. Con posterioridad Tsipras se ha impuesto en un referéndum y otras elecciones, las del pasado septiembre.

La huelga, la primera de alcance nacional en un año, fue convocada por los principales sindicatos del sector público y privado (ADENY y GSEE, respectivamente) y tuvo un seguimiento desigual según sectores y regiones. En todo caso, provocó la cancelación de numerosos vuelos, el atraque en puerto de cientos de embarcaciones mercantes, la implantación de servicios mínimos en los hospitales y que las oficinas del Gobierno permanecieran cerradas durante todo el día.

El acto más llamativo y polémico fue una masiva concentración en la plaza Syntagma, en el centro de Atenas, en la que se produjeron disturbios que movieron a las fuerzas de seguridad a lanzar gases lacrimógenos contra los manifestantes. En torno a unos 50 encapuchados lanzaron cócteles molotov contra la Policía, la sede del Banco de Grecia y establecimientos como bancos y joyerías. Los disturbios, que no causaron heridos, se extendieron por calles adyacentes a la plaza.