"En el hotel nos aconsejaron que no saliésemos. Había muy pocos coches por la calle y se notaba que no era el París de siempre". Nacho Cases aprovechó el parón liguero por los partidos de selecciones para una escapada familiar a París, con su mujer, Loreto, y su bebé de apenas unos meses, Nico. La pareja buscaba la tranquilidad que brinda el anonimato de una gran ciudad, para descansar y oxigenar la mente y las piernas. Un plan perfecto que se vio alterado de forma brusca. Aunque la pareja ya conocía la ciudad de las luces, fue inevitable rendir culto a la Torre Eiffel. En un café próximo, vieron las primeras imágenes del atentado. "Estábamos en su sitio junto a la Torre Eiffel en el que había una televisión y lo vimos. El camarero no le dio mayor importancia, así que seguimos tranquilos. Nos fuimos a cenar y a darle la cena al niño y ahí es cuando empezamos a recibir noticias de España y a ver la información que publicaban los periódicos".

La alarma fue mayúscula y la pareja decidió regresar al hotel. "Fue un susto, sobre todo por la familia. Si hubiésemos estado solos mi mujer y yo, hubiera sido otra cosa, pero íbamos con el niño también". Nacho Cases siempre ha tenido espíritu aventurero, y son conocidos sus viajes de mochilero fuera de los circuitos comerciales. No es un tipo que se asuste fácil y reconoce que "nunca estuvimos en peligro", aunque es inevitable sentir incertidumbre porque "al final estás donde ha habido un atentado con 129 muertos".

El futbolista estuvo en contacto con el Sporting en todo momento y el club convirtió el regreso del gijonés en una prioridad absoluta: "Igual que se dicen las cosas cuando las hacen mal, ahora quiero agradecer todo el apoyo que tuve por parte del club para poder regresar a España, y agradecer también a todas las personas que han estado pendientes de mí... El club me ha conseguido ese vuelo vía Bilbao para poder volver al día siguiente".

La gran preocupación de Nacho Cases y su mujer era su hijo. En el hotel les insistían para que no salieran al exterior. Aún así, la pareja se aventuró a airearse un poco por las calles próximas al hotel, localizado a ocho kilómetros del epicentro de los atentados. "Lo único que hicimos fue dar una vuelta por las inmediaciones del hotel, había más gente paseando, pero poca, muy poca".