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Ocho horas de pesadilla en Bamako

El peor atentado cometido en la capital de Mali fue una operación osada, pero sencilla, que deja en evidencia la amenaza constante bajo la que vive el país

Ocho horas de pesadilla en Bamako

Apenas eran las siete de la mañana cuando los disparos comenzaron a sonar en la puerta del hotel Radisson Blu de Bamako, la capital de Mali. El barrio ACI 2000, lleno de embajadas, servicios de la Administración y hoteles, se despertaba con el corazón en un puño. Tres terroristas lograban burlar el servicio de seguridad del lujoso hotel metidos en un coche con placas diplomáticas e irrumpían disparando a diestro y siniestro. Decenas de clientes, alertados por los disparos, lograban escapar. La mayoría se escondió donde pudo. Una veintena de personas fueron asesinadas por los radicales hasta que fueron finalmente abatidos por las fuerzas de seguridad, que se hacían con el control del edificio y liberaban a los allí retenidos, abatiendo a los tres atacantes. Ocho horas duró la pesadilla.

La acción fue osada, pero sencilla. El Radisson Blu no es un hotel cualquiera. Allí se aloja personal de compañías aéreas, servicios diplomáticos, militares, empresarios, muchos occidentales y también africanos de otros países. Entre los rehenes había alemanes, franceses, belgas, estadounidenses, togoleses, indios, chinos. En total, unos 140 clientes que estaban unidos en el difícil trance a los treinta trabajadores del hotel. A medida que iban siendo liberados dejaban caer algunas pistas de lo que estaba pasando dentro. "He visto cómo mataban a uno de los huéspedes delante de mis propios ojos", decía uno, "hablan en árabe y en inglés". Otro aseguraba haber visto cadáveres en el hall, lo que luego se confirmó.

En Bamako, las calles estaban un poco más desiertas de lo normal. Embajadas y consulados recomendaban a sus ciudadanos permanecer en sus casas. Se trata del peor atentado jamás cometido en Bamako, pero Mali sabe bien lo que es el yihadismo. En 2012 una alianza de grupos rebeldes tuaregs y radicales se hacía con el control de todo el norte, las dos terceras partes del países, provocando una crisis humanitaria y de seguridad que aún dura. Fue necesaria entonces la intervención del Ejército francés y luego de una misión de Naciones Unidas, pero ni las aguas han vuelto a su cauce en el norte ni la amenaza yihadista ha desaparecido.

De hecho, el año 2015 ha estado marcado por el avance de este peligro hacia el sur. Si hasta hace un año los atentados y ataques estaban limitados a Gao, Kidal y Tombuctú, hace tan solo ocho meses tuvo lugar el atentado de La Terrasse, en el corazón de Bamako, con cinco muertos y poco después el espanto llegaba al hotel Byblos de Sevaré, en el centro del país, con una toma de rehenes que se saldó con ocho fallecidos. Lo ocurrido ayer en Bamako no es más que la prueba de lo que las fuerzas de seguridad venían alertando desde hace tiempo. Esta ciudad estaba en el visor de los radicales y el golpe podía llegar en cualquier momento. Y no iba a ser un golpe cualquiera.

Para la mayoría de los occidentales que viven en Bamako las normas de seguridad ya eran estrictas. Es de prever que en los próximos días, quizás meses, estas normas se endurezcan aún más. Muchos de ellos no pueden ni siquiera salir por la noche, sus organizaciones se lo prohíben, y mucho menos abandonar la ciudad y aventurarse hacia otras regiones. La Embajada de España desaconseja siquiera viajar al país. Hay restaurantes frecuentados por occidentales que están en la lista negra. Mejor no tentar al diablo.

Por un día, probablemente por algunos días, Mali ha vuelto a las primeras páginas de los periódicos mundiales y a los informativos de televisión. En Kayes, en Ségou, en Tombuctú, los malienses seguían las noticias con el corazón encogido. En las próximas horas se irá conociendo las identidades de los muertos, ya se sabe que hay un ciudadano belga entre ellos, pero también hay malienses y de otras nacionalidades africanas. A última hora de la tarde, la tensión comenzaba a relajarse en los rostros, pero el miedo tardará en desaparecer porque, al igual que en París hace una semana, la sensación a partir de este 20 de noviembre en Bamako, pero también en Dakar (donde circulan rumores inquietantes), Nuakchot, Niamey o Yamena, es y va ser de vulnerabilidad.

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