Mauricio Macri tomó posesión ayer de la Presidencia de Argentina en un traspaso atípico, marcado por la ausencia de su antecesora, Cristina Fernández, y con un llamamiento a la unidad de los argentinos para dejar de lado la confrontación y aprender "el arte del acuerdo"."Gracias por acompañarnos. Tenemos que seguir juntos, esta Argentina la construimos todos juntos", proclamó Macri, asomado a uno de los balcones de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, ante una multitud congregada en la Plaza de Mayo con banderas argentinas.

Con la banda presidencial cruzada, el bastón de mando en la mano y acompañado por su tercera esposa, la diseñadora Juliana Awada, y la pequeña hija de ambos, Antonia, el gobernante dijo a los congregados ante la Casa de Gobierno que su equipo tiene "mucha vocación por hacer para que los argentinos vivan mejor".

Minutos antes, dentro de la sede del Ejecutivo, Macri había recibido los atributos de mando, eje de una insólita puja que por días le enfrentó con la expresidenta Cristina Fernández. Una polémica que terminó con la decisión de Fernández de no asistir al juramento de su sucesor, después de que la Justicia determinara que su mandato concluía a la medianoche de ayer miércoles, lo que la dejaba sin poder para decidir sobre los detalles del traspaso de poderes.

El fallo judicial dio paso un hecho inédito: una Presidencia provisional de algo menos de doce horas, entre la de Fernández y la de Macri, que ejerció el titular del Senado, Federico Pinedo, que fue finalmente quien entregó el bastón y la banda al nuevo mandatario.

La decisión de Kirchner de boicotear la toma de posesión de Macri provocó la división del ahora opositor Frente para la Victoria (FpV), el partido de la expresidenta. El bloque kirchnerista del Senado dejó libertad de acción a sus integrantes. Aunque inicialmente se esperaba también un "plantón" de senadores, a la investidura acudieron numerosos miembros del bloque del FpV, varios gobernadores e incluso el excandidato oficialista y exgobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.

No hubo abucheos desde el kirchnerismo para el nuevo presidente, interrumpido varias veces por los aplausos de los legisladores en un discurso de 25 minutos en el que no adelantó ninguna medida concreta y se limitó a enunciar sus promesas de campaña: pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y contra la corrupción. Para lograr estos y otros objetivos, subrayó, será fundamental dejar de lado las "confrontaciones" que han llevado a los argentinos "por caminos errados". "Convoco a todos a aprender el arte del acuerdo. (...) Quiero ser el presidente de la integración y la colaboración entre distintos sectores, el presidente del trabajo en una Argentina unida y de pie", sostuvo.Además, anunció que será "implacable" con la corrupción: "Los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos y es inaceptable que un funcionario se apropie de ellos en beneficio propio", dijo. "Voy a ser implacable con aquellos de cualquier partido o filiación política que dejen de cumplir la ley. No habrá tolerancia con esas prácticas abusivas", agregó.

Casi medio centenar de delegaciones extranjeras acudieron a la investidura del nuevo presidente argentino. Entre los visitantes figuraban el rey emérito Juan Carlos de España y ocho presidentes latinoamericanos.