El escepticismo rodea el anuncio, hecho ayer de madrugada, de un acuerdo entre EE UU y Rusia para establecer un alto el fuego en Siria en el plazo máximo de una semana. Aunque el pacto -logrado como prólogo a la Conferencia de Seguridad (CS) que ayer se inauguró en Múnich- representa la mayor aproximación lograda hasta ahora entre las partes para poner fin a la guerra civil, todos los observadores, incluida la OTAN y la propia CS, señalan que la situación está aún demasiado inmadura para que callen las armas. El alto el fuego tendría dos excepciones: las acciones defensivas y la lucha contra grupos yihadistas como el Estado Islámico o el Frente al-Nusra (rama local de Al Qaeda).

El arreglo ruso-estadounidense se logró en la capital bávara tras más de seis horas de negociaciones del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, en el que participan EE UU y Rusia, además de Turquía, Irán, Arabia Saudí, Catar, Egipto, Francia, Alemania y el Reino Unido.

La primera respuesta negativa llegó ayer mismo desde las filas de la llamada oposición moderada siria. El vicepresidente de la Comisión Suprema para las Negociaciones, Georges Sabra, afirmó que no hablarán de un alto el fuego hasta que no haya primero un diálogo para una transición política en el país árabe. Según Sabra, primero debe entrar, además, la ayuda humanitaria en las áreas asediadas para todos aquellos que la necesiten.

El pacto entre EE UU y Rusia, que se combina con un entendimiento para coordinar las respectivas acciones militares, incluye un acuerdo para "acelerar y ampliar" de manera inmediata la entrega de ayuda humanitaria a la población civil siria. Así lo aseguró el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, en una rueda de prensa con el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, y el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura. Kerry insistió en que la ayuda humanitaria empezará a llegar de inmediato a las zonas más afectadas -las rurales, las remotas y las sitiadas, entre ellas la ciudad de Madaya- y luego se extenderá a todas las regiones del país.

Desde las filas del régimen sirio, la opinión más autorizada emitida ayer fue la del gobernador de la provincia central de Homs, Talal al Barazi, uno de los principales escenarios del conflicto, quien consideró que en esa zona aún no es posible un alto el fuego global, aunque sí pequeños pactos puntuales.

Mientras, el despliegue en tierra de tropas saudíes y emiratíes, que se ve cada vez más probable, fue criticado con fuerza por el primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, quien abogó por sentar a todos los actores a la mesa de negociación "en lugar de comenzar otra guerra mundial".