Austria desafió ayer a todos sus socios de la UE y, en particular, a Alemania, partidaria de una solución conjunta para la crisis de refugiados, al activar las cuotas diarias y anuales a la entrada de solicitantes de asilo anunciadas esta semana.

Desde ayer, Austria sólo permite la entrada de 3.200 refugiados al día y limitará a 80 las peticiones de asilo. Pero fue más allá al anunciar que estas restricciones serán aún mayores en el futuro. "Estoy muy feliz con nuestra decisión y la mantendremos", avisó, desde Viena, la ministra del Interior, Johana Mikl-Leitner, aclarando: "Reduciremos los límites aún más".

La crisis de los refugiados copó las discusiones de los líderes europeos durante la cena del jueves, que se prolongó durante seis horas. No fue hasta que se levantaron de la mesa que empezaron las reuniones bilaterales para evitar el "Brexit".

Durante la cena, los gobernantes europeos discutieron abiertamente sobre los controles fronterizos y la amenaza que pende sobre el principio de libre circulación de personas y el espacio Schengen. Hubo de todo: se condenó unánimemente la decisión austriaca, e Italia llegó a amenazar a los países del Este con cerrarles el grifo de la financiación: "O aceptáis a los inmigrantes o nosotros, países contribuyentes, os bloqueamos los fondos", les soltó el primer ministro, Matteo Renzi.

El único punto de consenso fue la convocatoria de una nueva cumbre, el 17 de marzo, para abordar de nuevo la cuestión y de un encuentro "especial" con Turquía, el 5 y el 6 de ese mismo mes, para convencerla de que detenga el flujo de llegadas.