El primer ministro británico, David Cameron, se despertó ayer con la descomunal resaca causada por el "no" de cinco de sus ministros al acuerdo alcanzado el viernes con la UE. Este frente del no se reforzó además con una potente intervención del alcalde de Londres, el supermediático Boris Johnson, quien lejos de darle a Cameron el respaldo que esperaba, anunció el domingo su oposición y ayer la remachó afirmando que un sí en el referéndum de junio equivaldría a una "erosión de la democracia".

Mal día para una resaca, porque Cameron tenía ayer que defender ante la Cámara de los Comunes el acuerdo alcanzado el viernes, tras 40 horas de maratoniana negociación, con sus socios comunitarios. Cameron incidió en una idea clave, la de la "decisión final": si en el referéndum del 23 de junio sale no a la permanencia del Reino Unido en la UE, la consecuencia será la salida del país del club.

Un no en el referéndum, remachó Cameron, no significará que se vuelva a la mesa de negociación para pactar nuevas condiciones. El diálogo está cerrado, no volverá a abrirse y ya sólo queda que se pronuncien las urnas, en contra de lo que han sugerido estos días algunos diputados conservadores euroescépticos.

"Hemos logrado cambios fundamentales en el modo en cómo funciona la organización", dijo Cameron, quien aseguró que gracias al "nuevo estatus" del Reino Unido dentro de la UE Londres puede "estar al frente" del club europeo. "Para liderar Europa debemos estar en Europa", recalcó el primer ministro.

El jefe de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, criticó un acuerdo que calificó de "desalentador", aunque reiteró que "una mayoría aplastante del partido y el movimiento sindical" respaldan continuar en la UE.

Johnson, alcalde y diputado del común, aseguró que sólo se conseguirán cambios en el Reino Unido votando por la salida de la UE. "Es vital puntualizar que no hay nada necesariamente antieuropeo o xenófobo en querer votar por la salida (de la UE) el 23 de junio", señaló en un artículo en el "Daily Telegraph" en el que aseguró que no es el Reino Unido quien ha cambiado sino la UE.

"En los 28 años transcurridos desde que empecé a escribir sobre el mercado único, el proyecto se ha transformado y ha crecido hasta hacerse irreconocible", sostiene Johnson. Con imprecisión, el alcalde añade que entre un 15% y un 50% de la legislación británica procede de la UE, algo que califica de "imparable" e "irreversible", puesto que esas leyes sólo pueden ser derogadas por Bruselas.