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"El error fue dejar que se crearan guetos", dicen los criminólogos

El perfil de los terroristas es el de jóvenes sin formación y muy influenciables

Faustino Brañas y Miguel Ángel Perianes. IRMA COLLÍN

"El perfil de los terroristas yihadistas corresponde con el de jóvenes con baja formación, fácilmente influenciables y que viven en guetos, modelos asentados en países del centro de Europa que deberían evitarse". Miguel Ángel Perianes y Faustino Brañas son, respectivamente, presidente y vicepresidente de la Asociación de Criminólogos de Asturias e impulsores del Colegio de estos profesionales, que se pondrá en marcha en unas semanas.

Una de las tareas de los criminólogos es analizar los perfiles de las personas no sólo cuando se haya producido el delito, sino antes para actuar en la prevención y evitarlo. Y eso es lo que, a su juicio, no se ha hecho para tratar de evitar estos ataques en el corazón de Europa.

"En los países centroeuropeos se permitió que estas poblaciones se asentaran y formaran guetos, sin que se realizara esfuerzo alguno por integrar a esa población en el país. Los criminólogos tendrían que haber trabajado con esos inmigrantes para detectar los perfiles peligrosos, los más radicalizados e intentar desactivarlos, a la vez que se aplicaran políticas de integración con esa población. Pero no se hizo así, y los más radicales se han visto reforzados", explicó Miguel Ángel Perianes.

Los representantes de los criminólogos asturianos admitieron que "es muy difícil desactivar ahora a estos grupos y a sus integrantes porque los extremismos, y más cuando son recalcitrantes, no consienten siquiera el acercamiento ni el diálogo. Por eso ahora es mucho más complejo encontrar soluciones", apostilló Faustino Brañas.

El perfil de los terroristas yihadistas, igual que el de las jóvenes que deciden viajar a Siria para unirse a ellos, es el de personas con baja formación "y por ello muy influenciable". El uso de las nuevas tecnologías para su captación también tiene un peligroso potencial.

"A los niños y adolescentes se les permite utilizar móviles y ordenadores, pero no se les controla, pese a que tienen acceso a información en las que se les muestra una vida que no es real, que está distorsionada. Cuando tienen problemas se rebelan y en determinadas circunstancias encuentran un salida en círculos que pueden ser peligrosos, como es el caso", explicó Perianes.

"Son jóvenes que carecen de control y relación social. Sus amigos pueden no ser personas que están físicamente junto a ellos, sino que sienten que son aquellos que han conocido en la red. Y el control parental también es nulo o, en algunas circunstancias, es demasiado estricto. Esa rebeldía, que es propia de la adolescencia, si no está bien encauzada termina derivando, en este caso, en grupos radicales en los que hay personas con capacidad de convicción mientras que ellos son fácilmente influenciables", apostilló Brañas.

Ambos criminólogos entienden que el trabajo debe iniciarse en las aulas, "un laboratorio social en el que se pueden detectar las personalidades más conflictivas y aquellas que son propicias a ser víctimas".

El caso de la captación de terroristas yihadistas revela, según Perianes y Brañas, la importancia de la vigilancia sobre el uso de las redes sociales y de que desde las administraciones se realicen políticas de integración real. De ahí que ambos incidan en el "error" cometido al dejar que los inmigrantes se instalen en guetos cuando están en países extranjeros, y más si se tiene vinculación con países donde se dan religiones y culturas extremistas.

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