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La amenaza yihadista golpea a Europa

"Hay pánico y angustia"

Los asturianos Alicia Méndez y Alfonso Faura destacan el silencio y el temor con los que vive Bruselas el primer fin de semana posterior al doble atentado

Alfonso Faura Cantero. IMAGEN TOMADA DE ANTENA 3

Miedo y angustia, sobre todo entre los más jóvenes. Y un silencio inusual en un fin de semana. Este es el ambiente que se palpa en las calles de Bruselas tras el doble atentado del martes, desde la perspectiva de dos de los asturianos que residen en la capital belga.

Alfonso Faura Cantero, natural de Colombres (Ribadedeva), es testigo directo de la "angustia y el miedo escénico" que se vive estos días en el corazón político de Europa. Este funcionario de seguridad de la Unión Europea entró a trabajar al mediodía de la jornada del atentado y le tocó estar de guardia hasta las doce de la noche. "Se cerró todo el recinto, y se recomendó no salir. Los primeros trabajadores empezaron a salir, a cuentagotas, a las cinco y media de la tarde", recuerda.

Tras el caos de los atentados, el temor se apoderó de la ciudad. "Hay pánico, angustia. Se nota cuando hablas con los vecinos. Y mucho miedo en la gente joven. Te hacen muchas preguntas porque quieren vivir, salir y ahora se sienten, por primera vez en sus vidas, amenazados tras esta matanza. Este fin de semana Bruselas ha estado marcado por un silencio nada habitual y el barrio de Molenbeek, acordonado, no se acerca nadie", comenta Faura, primo carnal del exalcalde de Ribadedeva, Alejandro Reimóndez. Lleva más de siete años trabajando en la seguridad de la Unión Europea, primero para una compañía privada y desde 2013 como funcionario. El modelo cambió porque la Unión Europea entendió que contando con un equipo propio, "la seguridad sería mejor". El triángulo que forman la Comisión Europea, el Consejo y el Parlamento en un espacio de apenas quinientos metros lo convierte en objetivo terrorista por la repercusión que tendría allí un atentado. De ahí que las medidas se hayan reforzado, y mucho, desde los atentados de París. "Hay un blindaje antibombas y antibalas. Se han hecho obras. Toda la gente que accede al recinto pasa por dos filtros. Y en una semana normal pasan de 6.000 a 7.000 personas cada día. Dentro del recinto no hay problema", asegura Faura, de 53 años, que antes de trabajar en la seguridad de la Unión Europea realizó periódicamente, la ruta Gijón-Agadir (Marruecos) como transportista para una cetárea asturiana.

Alicia Méndez Álvarez reside a apenas 500 metros de la estación de metro de Maelbeek, donde un terrorista suicida causó una terrible matanza el pasado martes. Transcurridos varios días desde entonces, esta joven de 24 años, de familia materna ovetense, reconoce que sigue en estado de "shock", como buena parte del vecindario de una Bruselas a la que ve "triste y apagada".

"Algo esperado"

"La gente tiene miedo, mucho miedo. Solo sales de casa si es necesario y en el metro estás lo mínimo", apunta Méndez, a quien le llama la atención el "horrible silencio" que reina en la capital belga desde que se produjeron los atentados islamistas. Alicia Méndez, que vive en Bruselas desde hace cuatro años, sostiene que la matanza no ha cogido de sorpresa a los belgas. Quien más quien menos se lo esperaba. "Y más desde los ataques de París", subraya esta joven, que también relaciona lo sucedido con la gran cantidad de islamistas radicales que residen en barrios de Bruselas. "Molenbeek está lleno de ellos", afirma la joven ovetense.

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