El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que encabeza el vicepresidente Michel Temer, rompió ayer con el Gobierno de Dilma Rousseff y dejó a la gobernante aún más sola frente a un posible juicio con miras a su destitución, que se debatirá en abril en el Senado.

"A partir de hoy, de esta reunión histórica, el PMDB se retira de la base del Gobierno. La decisión está tomada. Viva Brasil", declaró el vicepresidente del partido, Romero Jucá, tras una reunión de la dirección nacional en la que, por unanimidad, se acordó abandonar el Gobierno. Los cerca de 150 dirigentes presentes en la reunión se unieron en un coro que entonó "Brasil presente, que tema el presidente", en un claro apoyo a un eventual juicio político contra Rousseff, que si acabase con su destitución llevaría a que la sustituya el vicepresidente, quien pese a presidir el PMDB no asistió a la reunión.

La decisión del PMDB también establece que los afiliados a esa formación -que tiene 69 de los 513 escaños y forma parte de la amplia coalición que sustenta al Gobierno liderado por el PT- deben renunciar a todos los cargos que ocupan en el Gobierno, lo que alcanza a seis ministros y cerca de 200 altos funcionarios de empresas y organismos públicos. El séptimo ministro del PMDB era el titular de Turismo, Henrique Alves, quien se anticipó a la decisión del partido y presentó su renuncia el lunes.

El mayor temor del Gobierno ahora radica en el efecto dominó que puede tener el abandono del principal partido político del país, que amenaza con arrastrar a otras formaciones de centro y derecha que integran la variopinta coalición que Rousseff heredó de su antecesor, Lula da Silva.