La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JOSÉ FERNÁNDEZ DÍAZ | Directivo de Médicos del Mundo Asturias

"Europa está confusa, ciega y sin memoria en la crisis de los refugiados"

"Si a la población se le permitiese actuar, en España y en toda la UE, su respuesta sería más que suficiente para acoger a decenas de miles de personas"

José Fernández, esta semana, en Oviedo. LUISMA MURIAS

Europa se está comportando con una incomprensible ceguera en la crisis de los refugiados sirios. Una ceguera amnésica que la acerca más a la Europa de entreguerras que a las décadas de construcción de la UE. Es el diagnóstico, crudo y razonado, de José Fernández Díaz, miembro de la directiva de Médicos del Mundo en Asturias y Director de Atención Sanitaria del Área IV del Principado. Con una larga trayectoria en Médicos del Mundo, que a escala española tiene entre 20 y 40 personas destacadas en Grecia, Fernández Díaz denuncia que los Estados tienen medios para acoger a los refugiados y explica que hay todo un tejido social, abierto a la acogida, que los Gobiernos están taponando.

-El Papa visitó Lesbos el pasado sábado y se llevó a doce refugiados sirios.

-Es un gesto simbólico positivo. Lo importante no es que se lleve a doce personas sino lo que representa que un Papa haya puesto el pie sobre el terreno y haya servido de altavoz de la situación.

-¿Qué cifras de refugiados sirios se manejan?

-Unos 4,5 millones largos, la mayoría en países fronterizos. Pero si a los refugiados sumamos los desplazados del interior se alcanzan 12 millones, más de la mitad de todos los sirios. Turquía acoge a 2,5 millones. Líbano de 1,2 a 1,3 millones, equivalentes al 20% de su población. Jordania, a unos 700.000. Irak, a unos 250.000. A Europa se le ha solicitado refugio para 160.000, la mitad en Alemania y Suecia. A España se le piden 9.323 y ayer anunció la acogida de 200, después de recibir a 18. Pero a Europa no sólo llega población siria. Parte importante viene de Irak, Afganistán, Pakistán y países centroafricanos.

-Se establecen dos categorías: los refugiados y los demás.

-En el acuerdo de la UE con Turquía ya se fija esta división entre refugiados, que serían quienes vienen de Siria, y el resto, a los que Turquía tiene patente para devolver a sus países. Pero, con independencia del conflicto sirio, las poblaciones bajo amenaza de vulneración de derechos humanos o de su seguridad personal deben tener la misma consideración que los refugiados de guerra.

-Se denuncia que con los refugiados se mezclan inmigrantes económicos irregulares.

-Hay quien parece considerar que la gente decide con frivolidad meterse en un itinerario migratorio con un tremendo nivel de incertidumbre, que les puede costar de 4.000 a 6.000 euros y en el que se exponen a un enorme riesgo de agresiones físicas y sexuales o de explotación. No son itinerarios de semanas, pueden durar años e implican una ruptura con las raíces económicas, sociales, culturales, familiares.

-¿Se banaliza la inmigración económica?

-Cuando se oyen las historias personales del porqué y el cómo se produce el tránsito de los países de origen a Grecia cuesta mucho más trabajo diferenciar entre unas categorías y otras. Cuando se escucha el relato de mujeres con hijos que han sufrido violaciones sistemáticas de las mafias del tráfico de personas o que han visto abusar de sus hijas, cuando se escucha el relato de las condiciones de vida que han movido a iniciar el trayecto, uno se pregunta cómo se puede negar que esas situaciones sean asimilables a la de un refugiado de guerra. Hay un problema humanitario, de vulneración de derechos, de riesgos vitales.

-Preocupa la gran cantidad de menores no acompañados.

-De 2015 a 2016 ha cambiado la composición de la población que llega a Grecia, con disminución de la proporción de varones e incremento de mujeres y población infantil. Los menores no acompañados son uno de los grupos más vulnerables y las cifras no cuadran entre los que salen y los que llegan. Por el camino desaparecen cientos o miles. ¿Por qué? Se habla de tráfico de órganos, de explotación sexual. Son cosas que cuesta trabajo decir, pero cuando escuchas los relatos de la gente que llega, te quiebran, te destrozan. No parecen reales. Así que todo es verosímil. Las violaciones de niños y niñas no son ocasionales sino cotidianas, vengan o no acompañados por sus madres. Cuando emerja más información, temo que nos vamos a asustar.

-El acuerdo de la UE con Turquía implica la deportación de los llegados después del 20 de marzo. ¿Es un país seguro?

-No. En Turquía anida la mayoría de las mafias de tráfico de personas en estas rutas, pero además tampoco ha suscrito todo el marco jurídico del Derecho Internacional aceptado por la UE. El acuerdo con Turquía implica que toda la gente que llegue a Grecia sea devuelta para que las autoridades turcas decidan su destino. Eso es contrario al derecho de asilo. Hasta última hora se estuvo retorciendo el texto para encontrar una fórmula que permitiese vadear las exigencias de los tratados firmados por la UE.

-¿Había alternativa?

-Una muy fácil. Aplicar la directiva del Consejo Europeo de 2001 establecida para paliar las consecuencias del conflicto de los Balcanes. Una directiva, obligatoria para todos los Estados miembros, en la que se establecían los criterios de acogida de población refugiada en caso de entradas masivas por conflictos cruentos o vulneración de derechos humanos. En la directiva se establece la temporalidad, un año prorrogable; las condiciones para solicitar asilo y la forma de reparto de contingentes entre los Estados. Lo tiene todo, por eso su aplicación es una de las reivindicaciones de las ONG.

-¿Cuál es la situación de las más de 40.000 personas atrapadas en Grecia?

-Para decirlo de modo coloquial, es indescriptible. Por lo dramático y por el desbordamiento griego. Grecia es un Estado con limitaciones, pero cualquier otro se habría visto desbordado, porque en 2015 han entrado de 3.000 a 4.000 personas al día. Redondeando, un millón en todo el año. Y en el arranque de 2016 las cantidades eran superiores. Junto a eso, hay una respuesta extraordinaria de la población. La isla de Lesbos está volcada muy por encima de sus posibilidades. La respuesta de sus habitantes ha sido espontánea. Como la del exterior. Pero la situación se ha desbordado. Ya no es posible atender a las necesidades de salvamento, acogida, calor, agua, comida, asistencia sanitaria.

-¿Qué hacer entonces?

-Canalizar ese flujo de forma regular, de acuerdo con las convenciones internacionales y la citada directiva. Hay fronteras, ¿no? Pues que se normalice el paso y acabaremos con el tráfico de personas. Que se den itinerarios seguros y acabaremos con las violaciones de derechos y la explotación. Estoy convencido, además, de que si a la población se le permitiese actuar, en España y en cualquier país de la UE, su respuesta iba a ser más que suficiente para acoger de forma casi espontánea a decenas de miles de personas.

-La llegada de estos refugiados alimenta la xenofobia.

-Por un lado, tenemos un riesgo muy alto de xenofobia, de estos neofascismos que emergen en toda Europa. Si se hubiera promovido una respuesta social, se habría hecho una transición mucho más humana y normalizada, y se hubiera absorbido perfectamente el problema. Por otra parte, los movimientos migratorios siempre benefician al país de acogida. No entiendo esta ceguera. Especialmente, con los problemas demográficos que tenemos ahora mismo en España y, más aún, en Asturias.

-Al principio parecía que el proceso se canalizaba políticamente. ¿Qué ha ocurrido?

-Alemania, Suecia y algunos países nórdicos tuvieron una respuesta que, de ser seguida por toda la UE, hubiera evitado la situación actual. Las pocas decenas de miles de refugiados normalizados están allí. Pero la negativa del resto de la UE ha contribuido a reforzar las posiciones contrarias, incluso dentro de Alemania.

-¿Los Estados están taponando las iniciativas de acogida de la sociedad?

-Exactamente. Es difícil explicar la posición de la UE, contradictoria con su discurso sobre derechos humanos o democracia avanzada. Lo pagaremos como sociedad y lo pagará la UE como construcción política. Estamos siendo muy poco demócratas, generosos y solidarios. La Europa de hoy, en el comportamiento de los Estados, está más próxima de la Europa de entreguerras que del proceso de construcción europea de las últimas décadas. Europa está confusa, ciega y sin memoria.

-¿Cómo está respondiendo la sociedad española?

-La respuesta del Gobierno ha sido ponerse de perfil, mirar a otro lado y desarrollar una conducta entre incoherente e hipócrita. Ha hecho un discurso hacia dentro, incluso en el Parlamento, y en la UE ha apoyado iniciativas contrarias. Pero la sociedad, los ayuntamientos y parte importante de los Gobiernos autónomos han expresado su voluntad de acogida. Los Estados tienen recursos, pero además hay todo un tejido social organizado y abierto a asumir corresponsabilidades. Las organizaciones estamos convencidas de la respuesta de la población y acostumbradas a organizar una respuesta social. Sin embargo, los Estados se están mostrando indolentes e insensibles, y nos hacen creer que es complejo y difícil.

Compartir el artículo

stats