El virtual candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, dio ayer marcha atrás en sus propuestas para congelar los impuestos a las rentas más altas al declarar que los más acaudalados deberán aportar más dinero a las arcas públicas. Trump matizó que sus planes tributarios, que también proponen reducir los impuestos a la clase media y a las empresas, son un "suelo" de negociación que podría cambiar en sus discusiones con el Congreso.

Sin embargo, con su ya habitual retórica populista, añadió: "Cuando se trata de negociar, me siento menos preocupado por los ricos que por la clase media". El magnate añadió, en el programa "Meet the Press" de la NBC, que está a favor de elevar el salario mínimo. "No sé cómo se puede vivir con 7,25 dólares por hora", declaró, aunque precisó que preferiría dejar que cada Estado decida sobre el asunto.

De confirmarse en julio la nominación presidencial de Trump -único candidato en liza tras la retirada de sus dos últimos rivales la pasada semana-, el magnate accedería a algunos de los secretos de Estado del país, como es habitual en el proceso electoral, una situación que ha levantado suspicacias sobre cómo utilizará esos datos el polémico multimillonario.

La Casa Blanca ha confirmado que las agencias de inteligencia estadounidenses ofrecerán un informe clasificado al empresario si el Partido Republicano le designa formalmente candidato, una tradición que se remonta a 1952.

Sin embargo, la retórica incendiaria de Trump a lo largo de las primarias provoca suspicacias sobre el uso que el magnate pueda hacer de esa información de alto secreto.

El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, fue preguntado precisamente sobre el grado de preocupado que tiene el presidente Obama por el hecho de que Trump vaya a recibir datos clasificados. "Esas son precisamente las evaluaciones que tendrán que ser hechas por los servicios de inteligencia, y el Presidente tiene plena confianza en la capacidad de nuestros profesionales" para hacerlas, respondió el portavoz presidencial.