El pulso que lidera el sindicato Confederación General del Trabajo (CGT) contra la reforma laboral del Gobierno socialista francés se endureció ayer con paros y bloqueos en refinerías y depósitos petroleros, que acercan al país al desabastecimiento de gasolina. Al menos un 20% de las 12.000 gasolineras francesas habían agotado a media tarde total o parcialmente sus tanques y en muchas otras se formaron largas colas para llenar los depósitos, lo que ha hecho que en tres días se batan récords de consumo.

La perspectiva de conflicto está lejos de aminorarse contra una ley que el Gobierno ha tenido que aprobar por decreto en la Asamblea, ante la certidumbre de que las defecciones socialistas le impedirían sacarla adelante. La ley, que por diferentes motivos es rechazada por derecha e izquierda, por sindicatos y por la patronal, se encuentra ahora en trámite de estudio en el Senado.

Esta misma semana hay previstas huelgas que afectarán al transporte ferroviario, aéreo y metropolitano. En el sector de la energía, la CGT ha llamado al personal de las centrales nucleares a parar mañana, jueves, coincidiendo con una nueva jornada de protesta nacional, en la que se teme la repetición de los violentos incidentes que han caracterizado las últimas.

Mientras, en la vecina Bélgica, diez personas, entre ellas dos policías, fueron heridas al final de una marcha convocada en la capital, Bruselas, para protestar por la política laboral del Gobierno. En la manifestación participaron entre 37.500 personas, según la Policía, y 50.000, según los sindicatos organizadores.