Los 34 países de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobaron ayer por consenso una declaración conciliadora sobre Venezuela, negociada en una sesión de diez horas, que concluyó con el gesto insólito de negar la palabra al jefe de gabinete del secretario general, Luis Almagro. Este texto, calificado de "suave" por numerosos observadores, deja en débil posición la iniciativa, tomada por Almagro el martes, de aplicar a Caracas la Carta Democrática, primer paso hacia su suspensión como miembro de la organización.

A última hora, Venezuela se sumó, con algunas modificaciones de poco calado, al texto conciliador y mediador que durante una semana habían negociado más de veinte Estados bajo el liderazgo de Argentina. La adopción de la declaración por consenso representa el recurso a una fórmula poco comprometedora y de gran tradición en la OEA. No obstante. la misión de Paraguay quiso dejar claro que, pese a no obstruir el consenso, no puede apoyar el texto porque no incluye la "exhortación" al Gobierno de Venezuela para que permita la convocatoria del referendo revocatorio que promueve la oposición de ese país y que el Ejecutivo chavista intenta dilatar.

El texto afirma "su fraternal ofrecimiento a la hermana República Bolivariana de Venezuela a fin de identificar, de común acuerdo, algún curso de acción que coayude a la búsqueda de soluciones a su situación mediante un dialogo abierto e incluyente entre el Gobierno, otras autoridades constitucionales y todos los actores políticos y sociales de esa nación para preservar la paz y la seguridad en Venezuela con pleno respeto a su soberanía".

Mientras, en Madrid, el ex jefe del Gobierno Felipe González y el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, advirtieron de la posibilidad de que se produzca un conflicto social violento en Venezuela si no hay un diálogo urgente. González expresó su temor a un "caracazo", en referencia a la revuelta popular de 1989, saldada con cientos de muertos.