Cuarenta años después de su muerte, Mao Zedong es lo más parecido a un dios que puede haber en su lugar natal, Shaoshan, donde casi 17 millones de turistas pasan cada año para visitar los monumentos y lugares que lo recuerdan. Allí se reunieron ayer miles de personas para rememorar al "gran timonel" de la revolución china, una celebración que contrasta con el silencio oficial del Gobierno, que marca todo un cambio de época. En la foto, un soldado ante el retrato de Mao Zedong, colocado hace 67 años en la plaza de Tiananmen de Pekín, que ya superó la categoría de simple propaganda para convertirse en uno de los iconos de la moderna China.