Los socios de la UE, ya sin el Reino Unido, se limitaron a esbozar ayer, bien que con trazos aún débiles, el nuevo rumbo que el proyecto europeo debe emprender para dejar atrás la "crisis existencial" en la que se encuentra sumido, después de ocho años de declive económico, una situación de emergencia migratoria que ha abierto una falla entre los países del Este y los del Oeste y un divorcio, el del Reino Unido, que amenaza sus cimientos.

Las diferencias, ya sea sobre la cuestión de los refugiados, sobre economía y fiscalidad o sobre la defensa común que propugnan Alemania y Francia, impidieron alcanzar acuerdos para pactar siquiera un mínimo borrador.

Lo que sí vio renacer la cumbre de ayer en Bratislava es el eje franco-alemán. París y Berlín se alinearon como no lo hacían desde la salida de Nicolás Sarkozy del Elíseo y defendieron un plan de trabajo centrado en tres ejes temáticos que en ocasiones se superponen: la economía y el desempleo; la migración y el control de las fronteras; la seguridad y la lucha contra el terrorismo.

"Sin la unidad no vamos a lograr estos objetivos", dijo Merkel en una conferencia de presa con su homólogo galo, François Hollande, quien defendió la necesidad de que la UE dé un paso adelante hacia una defensa común, ahora que el Reino Unido, firme detractor del proyecto, ya no cuenta en las decisiones.

Pero, además del "Brexit", el proyecto necesita otros respaldos. Por ejemplo, el de los tres Estados bálticos, que rechazan la idea de crear una estructura militar paralela a la OTAN. "Creo que nunca he oído hablar de un ejército, hablamos de una mejor cooperación en defensa, pero no de una armada, no queremos duplicar la OTAN", dijo la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité.

Los países de Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y la República Checa), por contra, se muestran a favor de la creación de un ejército comunitario y de que el trato de los refugiados sea una competencia nacional.

El primer ministro italiano, Mateo Renzi, no dudó en mostrar su malestar con las iniciativas de París y Berlín. "Si sobre algunos temas Alemania y Francia se ponen de acuerdo y dicen que están satisfechos, yo estoy contento por ellos", dijo. "Pero yo no estoy contento con las conclusiones sobre migración y crecimiento, y no puedo hacer una rueda (de prensa) con Merkel y Hollande sin compartir las conclusiones", prosiguió, visiblemente molesto.

El primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, probablemente la voz más crítica en la UE en estos momentos, destacó que la cumbre no fue exitosa, ya que persiste una política de inmigración "ingenua". "Se habló más de las cuotas (de reubicación de refugiados) que de cómo detener a los inmigrantes en las fronteras", relató.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, reclamó que la UE fortalezca su economía, se vuelque en crear más empleo y aumente su seguridad para hacer frente a la desconfianza y el euroescepticismo que considera que abonan los populistas y radicales.