La artillería turca está apoyando a la milicia kurda iraquí, los conocidos como peshmergas, en su avance contra el Estado Islámico (EI) en la zona de Mosul, en concreto en su intento de tomar la localidad de Bashika, según confirmó ayer el primer ministro turco, Binali Yildirim.

Los peshmergas pidieron ayuda al contingente militar turco, que se halla desde el año pasado en un campamento cercano a Bashika, donde lleva tiempo entrenando a las fuerzas armadas del Kurdistán iraquí -región autónoma- y a otras milicias, en su mayoría suníes.

Aunque algunos medios informaron ayer de que los peshmergas se han hecho con el control de la localidad, que dista unos 20 kilómetros de Mosul, en realidad los combates continúan, según precisaron medios locales. Según el comando general de los peshmergas, en la batalla ha muerto el emir del EI de esta zona, identificado como Abu Faruq.

Tras estos avances, los peshmergas han logrado situarse a nueve kilómetros de Mosul, una distancia igual a la alcanzada el sábado por las tropas del Ejército iraquí tras hacerse con el control de Baratala, ubicada al sur de Bashiqa.

En las últimas semanas, las autoridades turcas aseguraron que su contingente de Bashika, que se compone de unos 300 soldados con tanques y blindados, sólo tenía una misión de entrenamiento y no iba a entrar en combate.

El Gobierno iraquí insistió en los últimos días en que la presencia militar turca en Bashika es una "ocupación" y en que Turquía no debe participar en la ofensiva contra el EI en Mosul.

Sin embargo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insistió el sábado en que dados los lazos históricos con la zona, hasta 1918 parte del extinguido Imperio otomano del que Turquía se considera heredero, Ankara no se iba a quedar al margen de los combates.

La ofensiva para liberar Mosul, plaza fuerte de los yihadistas del EI en Irak, ha cumplido su primera semana con importantes avances de las tropas gubernamentales y ha causado unos 5.000 desplazados, una cifra "moderada", según la ONU.

La resistencia ofrecida por los yihadistas ralentiza el avance de la ofensiva, aunque los responsables políticos y militares insisten en que todo marcha según la agenda prevista.

En la localidad de Talkif, nueve kilómetros al norte de Mosul, los yihadistas repelieron ayer un ataque de las fuerzas iraquíes y kurdas, que asaltaron la parte septentrional de la población, según indicó a Efe el jefe de seguridad del consejo local de la provincia de Nínive, de la que Mosul es la capital.

Mohamed al Bayati explicó que, tras la retirada aliada, aviones iraquíes y de la coalición internacional liderada por EE UU bombardearán las posiciones de los yihadistas en el interior de la urbe, antes de que las tropas gubernamentales vuelvan a tratar de irrumpir en ella.

La Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA) cifró ayer en 5.070 las personas que en esta primera semana de enfrentamientos han abandonado sus hogares en la provincia de Nínive. La cifra, según el portavoz de la OCHA, Karim Elkorany, es "moderada" y "manejable".

Según Elkorany, la mayoría de estas personas han buscado refugio en poblaciones cercanas a Al Qayara, 55 kilómetros al sur de Mosul, y una parte ha acudido a los campamentos de desplazados de Dabaga, al sureste de Mosul, y Zelikan, al este de la urbe.

"El número de desplazados hasta ahora está siendo manejable, es moderado", según ElKorany, quien insistió en que la "situación es incierta" y que están preparados para que en las próximas semanas unos 200.000 iraquíes se vean forzados a abandonar sus casas, aunque temen que en el "peor de los casos" este número pueda llegar al millón.