El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, expresó ayer su deseo de poner fin a la presencia militar estadounidense en el país "en los dos próximos años", y señaló que para lograrlo revisará o derogará los acuerdos bilaterales existentes. Duterte insistió así en el mensaje de alejamiento en materia de seguridad respecto a Estados Unidos que ha venido expresando desde el inicio de su mandato, y que recalcó durante su reciente visita a China. En cuanto a su acercamiento a Pekín, Duterte explicó que "quiere ser amigo" del gigante asiático, y añadió que "no necesita armas ni misiles desplegados" en su país, en referencia al refuerzo del despliegue militar estadounidense en Filipinas para contrarrestar el auge de China en la región. El líder filipino se reunió a continuación con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, quien pretende mediar en su crisis con EE UU.