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La incursión de Melca en el castrismo duró doce años y llegó a dar 15.000 empleos

"Nos fue bien", dice García Arias, que recaló en Cuba en pleno periodo especial

José Luis García Arias contempla una partida de lingotes de cinc para la planta de Melca en Ciego de Avila. J. L. G. A.

José Luis García Arias llegó a Cuba en 1992 y salió de la isla a mediados de la primera década de este siglo. "Estuvimos allí una docena de años", reconoce el empresario avilesino de origen gallego. "Llegamos a dar empleo a 15.000 personas", recalca el fundador del grupo Melca, cuya matriz ahora se encuentra en proceso liquidatorio. "Fuimos allí porque queríamos invertir en el extranjero, expandirnos", añade García Arias. "Nos fue bien: Melca era un nombre muy respetado en la isla", subraya.

La aventura americana del grupo Melca empezó al término de una entrevista de García Arias con el ministro de Industria Ignacio González Planas. "Le dijimos que queríamos invertir y él lo arregló para mostrarnos algunas fábricas. La que me gustó fue una que estaba tan anticuada como parada. Se llamaba GTT y se dedicaba a la galvanización. Lo primero que tuvimos que hacer fue modernizarla, después contratamos al personal. No eran muchos, medio centenar. Estaba en Ciego de Ávila, en el centro de Cuba", cuenta ahora el empresario avilesino. "Empezamos a producir un año después", concreta.

Melca adquirió el 50 por ciento de aquella sociedad. El Estado cubano era el propietario del otro 50 por ciento. "Muy pronto le sumamos a la galvanización, una fábrica de tubos", cuenta. El cinc para la galvanización lo compraban a Asturiana de Zinc. "En 2005 vendimos nuestra parte al Gobierno, pero antes de eso asumimos el control integral del grupo industrial BK-Ceti, que estaba formado por 16 empresas. Lo dirigimos algo más de un lustro. Tenía factorías en Ciego de Ávila, en La Habana, en Las Dunas, en Santa Clara..."

Los viajes de José Luis García Arias a la isla fueron constantes. "A veces me quedaba un mes entero visitando instalaciones", cuenta ahora el empresario, sorprendido por la muerte de Fidel Castro. "No lo conocí. Me relacionaba con sus ministros y viceministros y trabajábamos mucho", añade. "La verdad es que no sé lo que vendrá ahora. Cuando nos instalamos allá era el pleno período especial. Acababa de caer el Muro de Berlín y en la isla no había nada. Lo que cambió el país en lo doce o trece años que estuvimos allí es asombroso. Y casi todo gracias a la llegada del turismo", concluye.

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