"Fidel Castro estaba omnipresente en la isla por donde quiera que ibas. Nadie se esperaba su muerte. Cuando cumplió 90 años, aparecieron carteles en los que se decía: 'A por otros 90'. Para ellos era indestructible", relata el fotoperiodista noreñense Álvaro Fuente, que regresó de Cuba hace una semana, tras dos meses de estancia. Las últimas semanas de Castro, añade, fueron muy opacas. "Desde el cumpleaños había dejado de tener apariciones públicas, aunque recibió a algún mandatario extranjero. Pero nadie se preguntaba dónde estaba", añade.

Embarcado en la realización de varios reportajes, para mostrar la realidad de aspectos como la sanidad, la educación o la vida de los transexuales, Fuente tuvo tiempo de contrastar qué piensan los cubanos de los posibles cambios. "Unos, los muy seguidores del Partido, ven que la apertura promovida por Obama ha sido un paso, pero que hay que estar alerta frente al imperialismo. Y recalcan que no están contra el pueblo yanqui, sino contra la política yanqui. Otros ven el cambio como un paseo para llegar al mismo sitio, sin ningún destino. La esperanza ya la perdieron hace treinta años. No se les camela con cualquier cosa, y ven poco probable que el Gobierno castrista renuncie a un bloqueo que es lo que le sostiene", estima. "Saben que los cambios son cosa larga", añade.