El presidente electo de EE UU, Donald Trump, anunció ayer a través de una serie de tuits que el control de su emporio empresarial quedará próximamente en manos de sus hijos, que son directivos del mismo. La operación será explicada el próximo 15 de diciembre, día en el que el republicano dará los detalles de un traspaso con el que pretende evitar conflictos de intereses.

La decisión de Trump, a falta de conocer la letra pequeña, no resuelve, en opinión de una mayoría de analistas, el eventual conflicto de intereses, ya que la marca Trump, guiada por el magnate o por sus descendientes, estará desde el próximo 20 de enero indisolublemente ligada a la Casa Blanca. Máxime cuando los hijos de Trump han formado parte muy activa del equipo de transición y resulta previsible que sean habituales de los pasillos que conducen al Despacho Oval.

Mientras se dilucida el eventual conflicto de intereses causado por la llegada de un magnate a la Casa Blanca, Trump sigue conformando su equipo de Gobierno. Ayer se despejó una de las incógnitas más valiosas, la secretaría del Tesoro, que irá a manos de Steven Mnuchin, de 53 años. Mnuchin, quien durante 17 años fue alto ejecutivo del grupo bancario Goldman Sachs, carece de cualquier tipo de experiencia en la administración pública y será el encargado de poner en marcha una vasta reforma financiera y tributaria. La primera, de carácter desregulador, eliminará parte de las restricciones impuestas a los operadores financieros a raíz de la crisis de 2008, cuyo desencadenante último fue precisamente la lasitud de las regulaciones en la era Bush. En cuanto a la tributaria, que afectará tanto a las empresas como a las clases medias y bajas, será, en palabras del propio Mnuchin, "el recorte fiscal más significativo en los ingresos de la clase media desde Reagan", el presidente que rigió los destinos de EE UU desde 1981 a 1989. Mnuchin llevará a cabo su trabajo en estrecha colaboración con el secretario de Comercio, Wilbur Ross, el otro nombramiento relevante de la jornada de ayer. Ross, de 79 años, es muy crítico con los acuerdos comerciales multilaterales y tiene numerosos intereses en los sectores minero y siderúrgico.