Un total de 47 millones de italianos están llamados hoy a las para pronunciarse sobre el cambio de 44 de los 139 artículos de la Constitución. El referéndum tiene ya se por sí la trascendencia política de abrir la puerta a modificar buena parte del entramado legal que sostiene la República desde la posguerra, pero adquiere mayor relevancia todavía porque el, el primer ministro, Matteo Renzi, ha vinculado su futuro político a esta consulta. Renzi aseguró ya en varias ocasiones que dimitirá si no prospera su amplia reforma constitucional. Los últimos sondeos daban al "no" un porcentaje del 55 por ciento de los votos, diez puntos por delante del "sí". La esperanza para Renzi es que la encuestas detectan también un 25 por ciento de electores indecisos.

La reforma de la Constitución de 1948 planteada por el jefe del Gobierno italiano prevé, como aspecto más destacado, acabar con el "bicameralismo perfecto", la fórmula por la que ahora la Cámara de los Diputados y el Senado tienen las mismas atribuciones, desde elaborar leyes a investir Gobiernos. La reforma excluye al Senado del proceso legislativo y lo reduce a ser una cámara de representación territorial con menos senadores, sin sueldo y designados, sin ser votados directamente por los electores, entre miembros de juntas regionales y ayuntamientos, aunque con inmunidad parlamentaria. El sistema italiano, con 952 parlamentarios entre las dos cámaras es uno de los más costosos del mundo.

"El 'sí' no refuerza el Gobierno, sino a Italia", defendió Renzi en el mitin de cierre de campaña, tras conseguir incluso el respaldo indirecto del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El posible fracaso de la consulta inquieta mucho en la UE.

Los rivales de Renzi en este referéndum son prácticamente todos los partidos excepto el suyo, el Partido Demócrata, en el que también se escuchan voces discrepantes con los cambios. El entorno político de Berlusconi está en contra de la reforma. El ex primer ministro, inhabilitado políticamente hasta 2019 por una sentencia firme por fraude fiscal, cuestionó ayer la limpieza de la consulta. "Tenemos una tradición muy negativa en las votaciones. En muchas ocasiones se restaron votos por la profesionalidad del fraude de la izquierda", dijo.