Donald Trump hizo el sábado las paces con los servicios de inteligencia, pero declaró la guerra a los medios. En su visita a la sede la CIA, y después de la tensión de las últimas semanas por el informe del espionaje sobre la injerencia rusa en las elecciones, al que se resistió a dar crédito, declaró: "De verdad les apoyo".

No ocurre lo mismo con los medios. De hecho, Trump aprovechó la visita a Langley para dejar claro que la "guerra" con la prensa que mantuvo durante su campaña electoral va a continuar y acusó a los medios de mentir sobre las cifras de asistencia a los actos de investidura del viernes.

Trump dijo que los periodistas están "entre los seres humanos más deshonestos de la tierra", al explicar que la multitud asistente a los actos de su investidura "parecía" englobar a entre un millón y 1,5 millones de personas, y que los medios mostraron imágenes y fotos de "un terreno donde prácticamente no había nadie".

A falta de datos oficiales, las fotografías aéreas dejan claro que las cifras de asistencia a la investidura de Trump han quedado lejos de los históricos 1,8 millones que acudieron a la primera toma de posesión de Obama en 2009.

El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, denunció en su primera comparecencia, molesto, los intentos "vergonzosos e incorrectos" de algunos medios por "minimizar el enorme apoyo" que se vio en la investidura.

El jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, denunció la "obsesión" de los medios con tratar de "deslegitimar" al presidente. "No vamos a dejar que eso ocurra", advirtió. Y la consejera Kellyanne Conway dejó claro que Trump no piensa divulgar su declaración de impuestos porque a la gente "no le importa".